Mujer de 64 años con múltiples alergias, hipertensión arterial de difícil control, episodios frecuentes de cefalea con seguimiento por el servicio de neurología, historia de ulcus duodenal, y una gastrectomía parcial realizada hace más de 20 años, con una enfermedad renal crónica (ERC) secundaria a nefropatía IgA, y que inició hemodiálisis en mayo de 2004. Recibió un trasplante renal de un cadáver en noviembre de 2004 con progresivo deterioro de la función renal por recurrencia de su enfermedad de base con el resultado de una nefropatía crónica del injerto. Reinició el programa de diálisis en octubre de 2010 en la modalidad de diálisis peritoneal automatizada (DPA).
La paciente acudió al servicio de urgencias con una historia de pocas horas de evolución de dolor epigástrico de aparición súbita con irradiación a la espalda y náuseas; se realizó un intercambio peritoneal observando importante hemoperitoneo, por lo que se decide realizar más estudios.
En las pruebas complementarias se observó una Hb: 9,4g/dl, leucocitos: 11.400μl y recuento plaquetario normal; urea: 133mg/dl y creatinina: 9,95mg/dl, con sodio y potasio en rango normal. Coagulación sin alteraciones. En el estudio del líquido peritoneal presentaba un recuento de 135.000/mm3 de hematíes y 369 leucocitos/mm3 (PMN: 79,7%).
Con todos los hallazgos reseñados se decidió realizar una tomografía axial computarizada (TAC) con contraste en la que se informaba la presencia de un nódulo hiperdenso en la región posterior del fundus gástrico compatible con seudoaneurisma de la arteria gástrica izquierda, con un hematoma subyacente (fig. 1). Se realizó embolización percutánea transcatéter del seudoaneurisma con el uso de coils, presentando buen control angiográfico (fig. 2).
Posteriormente fue ingresada para vigilancia hemodinámica presentando un hematoma inguinal como complicación del procedimiento y requiriendo la transfusión de 2 concentrados de hematíes.
Se mantuvo en reposo peritoneal, con lavados peritoneales frecuentes hasta que el líquido peritoneal fue transparente; mientras tanto realizó hemodiálisis a través de la colocación de un catéter yugular transitorio.
Presentó febrícula en relación con el hematoma, con hemocultivos negativos. En una semana la paciente reinició los intercambios peritoneales y sin signos de sangrado en el líquido peritoneal. No ha presentado nuevas complicaciones desde este episodio.
El hemoperitoneo es una complicación infrecuente de la diálisis peritoneal, y puede variar desde un mínimo sangrado hasta una hemorragia franca causando shock1–3. La causa más frecuente de sangrado está relacionada con la menstruación u ovulación. Como causas menos frecuentes podemos mencionar peritonitis esclerosante, seudoaneurisma de la arteria esplénica, riñones poliquísticos, laceración de un órgano abdominal, pancreatitis aguda y alteraciones de la coagulación4.
Nuestra paciente acudió al servicio de urgencias por dolor epigástrico de aparición súbita y el líquido peritoneal sanguinolento nos dio una pista de la causa del dolor, por lo que se realizó la TAC, y con la embolización percutánea se detuvo el sangrado.
La diálisis peritoneal es una técnica ya establecida de terapia renal sustitutiva, pero dentro de sus ventajas rara vez se comenta la posibilidad de detección precoz de sangrado abdominal. Puede revelar pérdidas sanguíneas que de otra manera pasarían desapercibidas5. La realización de una angiografía inmediata, y la embolización percutánea transcatéter ayudaron a controlar la hemorragia y evitar una laparotomía1. En nuestro caso, la técnica de diálisis peritoneal nos permitió sospechar la causa del dolor epigástrico y tratarlo de forma adecuada.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.