Sr. Director:
En España se consumen alrededor de 42 millones de kg de setas al año. La intoxicación por setas es una urgencia médica cada vez más frecuente. Anualmente 400 personas son hospitalizadas con este diagnóstico. Según el período de latencia (menor o mayor de seis horas), los cuadros clínicos pueden clasificarse como síndrome de incubación corta o larga. Estos últimos, que son los más graves, incluyen el síndrome falloideo, girométrico y orellánico1.
El síndrome orellánico está producido por el consumo de diversas especies del género Cortinarius que contienen unas toxinas, orellaninas, con un importante tropismo renal. Tras un largo intervalo libre de síntomas (tres-17 días) se presenta un cuadro de poliuria y grave insuficiencia renal, a veces irreversible2-4. Presentamos un caso de intoxicación por setas con manifestaciones orrellánicas.
Hombre de 83 años con antecedentes de hipertensión arterial (HTA), dislipemia y accidente cerebrovascular (ACV) hemorrágico en 2006. Fue intervenido de neoplasia de recto en 2000 y recibió quimioterapia y radioterapia coadyuvante. El paciente acude a urgencias por un cuadro de vómitos y deposiciones líquidas sin otra sintomatología acompañante. Como único antecedente el paciente refiere la ingestión, cuatro días antes, de setas que él mismo había recogido. En la analítica destacan: glucosa 130 mg/dl, urea 240 mg/dl, creatinina 4,62 mg/dl, transaminasa glutámico-pirúvica (GPT) 3.903 U/l, transaminasa glutámico oxalacética (GOT) 868 UI/, bilirrubina 0,80 mg/dl, amilasa 86 U/l, CK 86 U/l, sodio 134 meq/l, potasio 5,1 meq/l, calcio iónico 1,12 mmol/l y lactato 1,3 mmol/l. En la gasometría se observan un pH de 7.392 y HCO3- de 15,1 meq/l. En el hemograma destaca una plaquetopenia con 69 x 103/μl de plaquetas; el resto del hemograma y la coagulación fueron normales. En la ecografía abdominal no se apreciaban alteraciones. Ante la sospecha de una intoxicación por setas se decide el ingreso del paciente en la unidad de vigilancia intensiva (UVI) y se inicia tratamiento con fluidoterapia intensiva, con sibilina y penicilina G. El paciente permaneció hemodinámicamente estable durante todo el ingreso, con buena diuresis forzada con manitol en las primeras horas, y posteriormente de forma espontánea. A las 48 horas de su estancia en la UVI es trasladado a la planta, donde continuó con una mejoría de la función hepática, pero manteniendo poliuria y deterioro progresivo de la función renal (alcanzando cifras de creatinina de 10,6 mg/dl 13 días después del ingreso), motivo por el que se decide iniciar tratamiento renal sustitutivo. No se realizó biopsia renal por tratarse de un paciente de alto riesgo. Además, se realizaron las siguientes exploraciones complementarias: anticuerpos antinucleares (ANA), anticuerpos anticitoplasma de neutrófilo (ANCA), anti-ADN y antimembrana basal glomerular negativo. Las serologías para los virus de la hepatitis B (VHB), de la hepatitis C (VHC) y de la inmunodeficiencia humana (VIH) fueron negativas. El proteinograma C3, C4 y la cuantificación de Ig estaban en límites normales. Orina elemental: normal. Microalbuminuria 36 μg/min. Proteinuria de Bence-Jones negativa.
Aunque la toxina orellánica es infrecuente en nuestro ámbito5, el cuadro clínico descrito de insuficiencia renal poliúrica de presentación tardía tras el consumo de setas, con datos de fallo intersticial, encaja en el síndrome orellánico2,4. El paciente precisó tratamiento continuo con hemodiálisis periódicas cada 48 horas, y no se objetivó una mejoría de la función renal a largo plazo.
En definitiva, ante un cuadro clínico de afectación hepática y renal debe considerarse la intoxicación por setas, y entre ellas el síndrome orellánico, sobre todo si nos encontramos en áreas con tradición en la recogida y consumo de setas silvestres3.