Sr. Director:
Existe un interés creciente tanto en países de nuestro entorno como en Estados Unidos sobre la hemodiálisis en casa (HDC). Este interés ha surgido a partir de las limitaciones que ha demostrado la terapia convencional de tres sesiones a la semana en estudios como el HEMO1 para aumentar la supervivencia de los pacientes con insuficiencia renal crónica estadio 5, apareciendo cada vez más publicaciones que avalan las terapias domiciliarias en términos de calidad de vida2, control tensional, reducción de la hipertrofia ventricular izquierda, control del calcio-fósforo3, anemia, estado nutricional y menor morbi-mortalidad4,5, cuando se comparan con regímenes de tratamiento clásicos, existiendo también estudios que apoyan este tratamiento como reducción de costes6.
Por este motivo, nos ha parecido oportuno exponer nuestra experiencia en la implantación de un programa de HDC corta diaria. Entre marzo de 2008 y noviembre de 2013 hemos incluido a 10 pacientes (3 en 2008, 0 en 2009, 1 en 2010, 1 en 2011, 4 en 2012 y 1 en 2013), la mitad mujeres, edad media 61 años (rango 38-81), distancia al centro 42 km (rango 0-122 km), con una permanencia en la técnica de 32 ± 17 meses. En cuanto al origen de los pacientes: cinco proceden de consultas externas, tres de diálisis peritoneal y dos de centro periférico. En cuanto a la salida del programa, ha habido dos exitus y dos trasplantes. Ningún paciente ha precisado cambio de terapia renal sustitutiva, sin pérdidas en el período de entrenamiento.
En términos de morbilidad tenemos dos ingresos en el año 2008, uno en 2009, dos en 2010, ninguno en 2011, uno en 2012 y seis en 2013 (resaltamos que la mitad de las hospitalizaciones fueron programadas). Los motivos de ingreso han sido: tres cardiovasculares, dos infecciosas (relacionadas con acceso vascular, en 2008 y en 2010), una neoplasia, una digestiva, dos por acceso vascular de causa no infecciosa (colocación de catéter tunelizado y cierre de fístula aneurismática) y tres por otras causas (nefrectomía programada, herniorrafia y deterioro clínico).
La pauta de hemodiálisis prescrita y los resultados obtenidos los exponemos en la tabla 1 y la figura 1.
Por lo que se refiere al uso de fármacos, tenemos:
- Antihipertensivos: el 43 % no requirieron ningún fármaco antihipertensivo, el 53 % un único fármaco, y solo el 4 % dos o más.
- Quelantes del fósforo: en el 47 % de los controles mensuales no se precisó el empleo de ningún quelante, en el 35 % de los casos solo un tipo de quelante, predominando el empleo de los cálcicos sobre los no cálcicos, mientras que en el resto de los casos se requirió la asociación de varios tipos de quelantes. Aunque inicialmente la dosis media empleada de carbonato cálcico fue elevada, 3829,8 mg/día, posteriormente hubo una sustitución progresiva por acetato de calcio, con una media de 815,16 mg/día. Otros quelantes utilizados fueron: hidróxido de aluminio 77,66 mg/día (empleo puntual y ausente en la actualidad), 2478,83 mg/día de sevelamer y 909,66 mg/día de carbonato de lantano.
- Análagos de vitamina D-calciomiméticos: en el 15 % de los casos no requerimos su empleo para controlar los valores de hormona paratiroidea, en el 40 % de los casos usamos únicamente paricalcitol, en el 21 % cinacalcet, y la asociación en el 24 % restante de los casos. El promedio de dosis de cinacalcet empleada fue de 28,9 mg/día, y de 3,84 µg/semana para el paricalcitol.
- EPO: la dosis media fue de 69,34 ± 71,85 UI/kg/semana.
Hay que señalar que no hemos observado ningún caso de contaminación microbiológica ni química en los controles efectuados. En cuanto a las incidencias técnicas, se debe destacar que no se pudo realizar tratamiento dialítico en el día pautado, motivo por el cual el paciente descansó de forma no programada o acudió al hospital en tres ocasiones, hecho que creemos anecdótico teniendo en cuenta las más de 6000 sesiones realizadas durante el período de estudio.
Los resultados obtenidos en términos clínico-analíticos y de morbi-mortalidad superan o cuanto menos son comparables a los objetivos de calidad asistencial estándar, sin haber observado incidencias en relación con la seguridad de los pacientes. Además, la técnica ha permitido una mejoría considerable en la calidad de vida de los enfermos. Por todo esto, consideramos que la HDC es una opción a la que el paciente tiene derecho, y por tanto es nuestro deber ofrecérsela. Creemos que para ello hemos de ampliar los criterios de selección de los pacientes7, no dejarnos llevar por ideas preconcebidas y potenciar el sustrato físico para el desarrollo de estos programas.
Conflictos de interés
Los autores declaran que no tienen conflictos de interés potenciales relacionados con los contenidos de este artículo.
Tabla 1. Descripción de los resultados
Figura 1. Porcentaje de los indicadores de calidad obtenidos.