La infección de los catéteres tunelizados para hemodiálisis es una de las causas más frecuentes de morbimortalidad en esta población. Siendo la bacteriemia por catéter el evento infeccioso más importante. Esta es producida por microorganismos que colonizan el orificio de inserción, los conectores y, con menos frecuencia, el líquido de infusión1. Por ello, consideramos que es importante encontrar métodos para intentar prevenir este tipo de complicaciones.
En este sentido, la imagen térmica ha sido usada en diversos campos para medir indirectamente la temperatura de los cuerpos. En medicina, se ha empleado para medir la eficacia del tratamiento antiinflamatorio en enfermedades reumáticas y en el manejo de heridas crónicas, quemaduras y fracturas bajo la premisa de que la inflamación produce vasodilatación y un incremento del metabolismo tisular, condiciones que propiciarían un cambio térmico local2,3. Sin embargo, inicialmente, su desventaja principal era su dificultad para ser usada en un entorno clínico real por su tamaño y costo.
Por ello, recientemente, han surgido cámaras infrarrojas adaptables a smartphones que permiten realizar una medición térmica en tiempo real, en 2 dimensiones y a pie de cama del paciente. Es una técnica objetiva, no invasiva y segura para el paciente.
Nuestro objetivo fue valorar las diferencias térmicas entre el orificio de salida del catéter y la piel del lado contralateral. Para ello empleamos la cámara Flir-One® Pro (FLIR Systems, Inc., Wilsonville, OR) de tercera generación cuyo rango dinámico es de −20 a 400°C y posee una resolución de 0,1°C. Diseñamos un estudio descriptivo observacional con 33 pacientes de hemodiálisis crónica portadores de CVC yugulares tunelizados. Se realizaron 3 fotografías térmicas tanto del orificio del CVC como del lado contralateral del mismo paciente al inicio de la sesión de diálisis, sin haber realizado ninguna acción sobre el orificio y se tuvo en cuenta la presencia de signos clásicos de infección tales como enrojecimiento o presencia de exudado.
Se utilizó un trípode de 15cm para una medición estandarizada y se tomó en cuenta la media de las 3 temperaturas obtenidas en las imágenes térmicas. Con estos valores se calculó el cociente entre la temperatura contralateral y la del orificio del CVC en cada paciente.
Nuestros resultados fueron los siguientes: la temperatura media del orificio fue 35,19°C (±3,19°C) y la del lado contralateral 36,21°C (±2,34°C) (p=0,008) (fig. 1).
La media de los cocientes entre la temperatura contralateral y la del orificio fue clasificada teniendo en cuenta la presencia (N=5) o ausencia (N=28) de signos de infección y los resultados fueron: 0,97±0,026 vs. 1,05±0,104 (p=0,035), respectivamente. Estos datos implican que un orificio potencialmente infectado tiene una temperatura más alta que la piel del lado contralateral.
No existen estudios previos que utilicen la imagen térmica en la valoración del orificio de inserción de los catéteres. Sin embargo, en diversos trabajos se ha mostrado el valor de la imagen térmica en la detección de inflamación local, especialmente en pacientes diabéticos3–6 y, más recientemente, en la detección de pequeños vasos perforantes apropiados para el mapeo prequirúrgico en cirugías reconstructivas, con un potencial diagnóstico similar al obtenido por la tomografía7 lo cual, nos da una idea del alcance de un instrumento que puede detectar cambios de temperatura mínimos en la superficie corporal.
Como conclusión, la cámara térmica Flir-One® detecta los cambios de temperatura local a nivel cutáneo en pacientes portadores de catéter tunelizado para hemodiálisis y, a falta de más estudios, podría llegar a ser una buena herramienta para ayudar a la detección precoz de infecciones a ese nivel.