El prolapso de órganos pélvicos (POP) en la mujer es una enfermedad altamente prevalente que consiste en la herniación de los órganos pélvicos a través de las paredes vaginales. Se puede describir como prolapso del compartimento anterior, medio o posterior1.
La etiología del POP suele ser multifactorial, pero factores de riesgo (FR) como la edad, el antecedente de parto vaginal2, las anomalías en el tejido conectivo, las cirugías pélvicas como histerectomía y las enfermedades que condicionan un aumento de presión intraabdominal como la obesidad o el estreñimiento crónico contribuyen a su desarrollo3.
La presentación clínica es muy variable, desde asintomática (la más frecuente) hasta sensación de peso o aparición de bulto en la zona perineal, incontinencia urinaria o fecal, así como disfunción sexual. La gravedad de la sintomatología está más condicionada por la posición que por el estadio del prolapso4,5, y es dinámica, viéndose influenciada por el nivel de actividad física o del grado de repleción de la vejiga o el recto3.
La poliquistosis renal autosómica dominante (PQRAD) es la enfermedad renal hereditaria más frecuente con una incidencia de uno cada 400-1.000 nacimientos vivos y donde la presentación típica consiste en el desarrollo y crecimiento progresivo de quistes en todo el parénquima renal6.
El desarrollo de los quistes renales en la PQRAD comienza en la etapa embrionaria y continúan aumentando de tamaño durante la vida del individuo7.
En marzo de 2017 el tratamiento con tolvaptán (TVP) fue aprobado por la European Medicines Agency (EMA) para el tratamiento de la PQRAD en los pacientes que cumplieran criterios de rápida progresión de cara a enlentecer el curso de la enfermedad.
El aumento de volumen renal, condiciona un aumento de presión intraabdominal que debilita la musculatura del suelo pélvico, siendo más notorio en aquellos pacientes con grandes volúmenes renales.
Así mismo, los altos volúmenes de diuresis secundarios al tratamiento con TVP de estos pacientes, condicionan una distensión vesical que contribuye al debilitamiento de esta musculatura.
Por este motivo, decidimos analizar la prevalencia de sintomatología de prolapso de órgano pélvico (POP) en pacientes con PQRAD catalogados como rápidos progresadores y en tratamiento con TVP.
En nuestra serie, del total de pacientes en tratamiento con TVP 7 eran mujeres, de las cuales 3 (43%), presentaban síntomas de POP. La sintomatología más frecuente fue la aparición de una masa genital y/o incontinencia urinaria. La edad media de las pacientes era de 42 años. Dos de ellas eran multíparas, el índice de masa corporal medio era de 31 (20-44), una de ellas tenía como factor de riesgo una cirugía pélvica (histerectomía) y antecedentes de cistocele y rectocele.
Las 3 pacientes estaban en tratamiento con dosis máxima de TVP (120mg/al día) con un volumen de diuresis medio de 6litros (6-6) y con una osmolalidad urinaria media de 265mOsm/kg (190-387).
El tratamiento rehabilitador dirigido por la unidad de suelo pélvico fue eficaz en una de las pacientes. En cuanto a las otras 2 pacientes, se tuvo que bajar la dosis de TVP, siendo necesaria la suspensión del fármaco en una de ellas por ausencia de mejoría y sintomatología limitante.
Estos resultados sugieren que la aparición de POP puede ser frecuente en mujeres en tratamiento con TVP, siendo la obesidad un factor de riesgo para padecerlo, así como tener antecedentes de POP.
La condición de asintomáticas previo el inicio de tratamiento con TVP no excluye la presencia de enfermedad subclínica, pudiendo el aumento de volumen vesical precipitarla. La anamnesis dirigida puede ser suficiente para realizar un despistaje previo el inicio del tratamiento, así como durante el seguimiento, si bien habría que estar más atentos a pacientes con antecedentes de POP o factores de riesgo como los ya comentados previamente.
En mujeres con FR predisponentes para desarrollo de POP, desde el inicio de tratamiento con tolvaptan sería conveniente la valoración y seguimiento por parte de la unidad de suelo pélvico.
Así mismo, habría que valorar individualizar el tratamiento pudiendo ajustar la dosis del fármaco según osmolalidad urinaria8, lo que podría ser útil de cara a limitar el efecto acuarético y sus complicaciones en pacientes con factores de riesgo para POP.