Recientemente se han publicado las conclusiones de una conferencia de consenso de la iniciativa KDIGO (Kidney Disease: Improving Global Outcomes) cuyo objetivo fundamental era la estandarización de la nomenclatura nefrológica para los artículos científicos escritos en inglés, siguiendo como principio fundamental la mejor comprensión por parte de los pacientes (anglosajones)3,4. Desde el punto de vista latino, llamaba la atención que una de las principales recomendaciones realizadas fuese la de usar el término kidney en lugar del término «renal» para las descripciones generales de la función y la enfermedad renal dado que se afirmaba, en el contexto inglés, que el sustantivo kidney resultaba más familiar que el adjetivo «renal»3.
Curiosamente, esta decisión no parecía que debiera inducir (razonablemente) el cambio de nomenclatura de estructuras anatómicas (p.ej., renal artery) o nombres establecidos históricamente (p.ej., UK «Renal» Association). Por otra parte, también en una lógica decisión, se respetaba el prefijo griego «nephro-» («nefro-») para síndromes, enfermedades o funciones renales (nefrítico, nefrótico, nefropatía, nefrología…)3, puesto que, de otro modo, la revisión de estos términos hubiera supuesto un exceso y podría incluso inducir el cambio de nombre de la propia International Society of Nephrology (ISN). Es por ello que un grupo de 10 nefrólogos de 9 países distintos, no solo latinos, llamamos recientemente la atención a la ISN5 sobre la necesidad de que las distintas sociedades nefrológicas (idealmente tanto nacionales como supranacionales) deberían realizar esfuerzos similares al realizado por las KDIGO para unificar la nomenclatura, y en especial los acrónimos, en cada uno de los lenguajes y publicaciones.
No se trata de no reconocer humildemente que el inglés es la lengua más rica y universal conocida, de modo que actualmente es la lingua franca en política, comercio, finanzas, tecnología, manifestaciones públicas o incluso ciencia, extendiéndose incluso más allá de terra firma, sino de reivindicar terminología no anglosajona absolutamente correcta y precisa basada en la segunda fuente de palabras inglesas, detrás de las nativas6. Además, el español no deja de ser la segunda lengua materna más hablada en el mundo (460 millones de hablantes nativos), después del chino mandarín (917 millones), mientras que el inglés es hablado por unos 380 millones de personas7.
Aparte de concepciones erróneas frecuentes (p.ej., la propia definición de enfermedad y/o insuficiencia renal crónica)8, la aparición de nueva terminología renal predominantemente de origen anglosajón (p.ej., AKI) y/o la necesidad de que las búsquedas bibliográficas actuales sean lo más amplias e inclusivas posible (p.ej., para metaanálisis o simplemente para homogeneizar el uso de palabras clave en los artículos y/o registros y/o los meta-tags en los motores de búsqueda), aconsejarían poner en marcha esta misma iniciativa en nuestro idioma y para nuestra especialidad, más allá de intentos generales previos9. En este sentido, en esta amplia confluencia de nefrólogos de muy diversos países hispanohablantes se refleja la inquietud existente y la posibilidad no solo de ser origen de debate sino también germen (génesis) de una base de discusión amplia y abierta entre los nefrólogos de nuestra lengua.
Finalmente creemos que es importante destacar que ya no se trata solamente de reivindicar que «renal» es nuestro adjetivo natural para el riñón en el ámbito científico, o que el latín fue el lenguaje de la ciencia hasta el sigloxviii, sino que, sobre todo, los clínicos no podemos olvidar que en el escenario médico actual el paciente y la individualización juegan un papel central en la toma de decisiones compartidas10. Por tanto, y especialmente en Nefrología, donde el grado de evidencia de nuestras actuaciones está en general más en el grado de la «sugerencia» que de la «recomendación»10, lo realmente fundamental son las explicaciones simples y adaptadas sobre la enfermedad que padece el paciente (ya sea «renal» o «del riñón», ya seamos nosotros «nefró»-logos o «riñón»-ó-logos), en palabras llanas y entendibles, sea cual sea su origen etimológico3,8.
FinanciaciónSin financiación.
Conflicto de interesesLos autores no tienen conflicto de intereses en relación con este tema.