Sr. Director:
La diálisis peritoneal (DP) es uno de los tratamientos de los que disponemos para sustituir la función renal en los casos de insuficiencia renal crónica.
El éxito de la técnica de DP va a depender de la correcta colocación del catéter en la cavidad peritoneal. Existen diversos métodos para ello: laparoscopia, vía percutánea mediante técnica de Seldinger o con trocar y quirúrgica1. No existe evidencia sobre qué técnica ofrece mejores resultados, aunque, evidentemente, cada una tiene sus ventajas e inconvenientes. Las puramente quirúrgicas requerirán la disponibilidad de cirujanos, quirófanos y anestesia. Las técnicas percutáneas pueden ser realizadas por los nefrólogos y/o radiólogos en una sala adecuadamente preparada para ello, por lo que no suelen originar listas de espera2. Existen datos recientes sobre la seguridad de la laparoscopia frente a la cirugía abierta y sobre los métodos percutáneos asistidos por los radiólogos3,4. A pesar de ello, las técnicas quirúrgicas siguen siendo las más utilizadas.
En nuestro centro, la colaboración con el Servicio de Cirugía General es estrecha, por lo que la técnica de elección es la laparoscopia. Presentamos nuestra experiencia en la colocación de catéteres peritoneales.
MATERIAL Y MÉTODOS
Revisamos 80 pacientes a los que se les colocó un catéter de DP entre enero de 2007 y enero de 2012. Los datos demográficos y clínicos se recogieron prospectivamente.
Datos demográficos: El grupo de pacientes constaba de 46 hombres y 34 mujeres, con una edad media de 57 años (18-91 años).
Técnica quirúrgica: La intervención se realizó en un quirófano convencional de cirugía. Mediante anestesia general y preparación del campo estéril, se procede a colocar un trocar de Hasson de 12 mm en zona supraumbilical que albergará la cámara de laparoscopia de 30º. Posteriormente, se insufló neumoperitoneo hasta 12 mmHg de presión. Se exploró la cavidad peritoneal y, en concreto, la pelvis menor buscando zonas amplias libres de adherencias para la óptima ubicación del catéter. Se insertó un segundo trocar de laparoscopia de 5 mm pararrectal izquierdo. A través de él, se introdujo el catéter sobre su guía. Con el control visual que ofrece la cámara se avanzó la punta del catéter hasta la ubicación idónea en fondo de saco de Douglas. Solo ocasionalmente, la presencia de bridas o adherencias obliga a insertar un tercer trocar de 5 mm para introducir instrumental (pinza, gancho o tijera para conseguir sección y cauterización de bridas). Con la retirada de la guía y el trocar, se dejó ubicado el cuff interno del catéter en la zona inmediatamente inferior de la musculatura. Por último, se crea el túnel subcutáneo para dar salida al extremo distal del catéter.
RESULTADOS
Se realizaron un total de 89 actos quirúrgicos. En nueve casos se documentó mal funcionamiento del catéter en las primeras semanas poscolocación (menos de 15 días). En todos ellos, fue necesario realizar una nueva laparoscopia, por imposibilidad de recuperar el catéter mediante técnicas conservadoras. En todos los casos, se vio atrapamiento del catéter por epiplón o adherencias. Se colocó un nuevo catéter, además de realizar omentecomía o adhesiolisis. No observamos ningún caso de infección del orificio, peritonitis, hernias inmediatas, hemoperitoneo ni éxitus como consecuencia inmediata de la intervención.
La supervivencia media del catéter en este período es de 42 meses, con un intervalo de confianza al 95 % de 36,8-58,7 meses (figura 1).
CONCLUSIONES
- La laparoscopia es una técnica segura y con muy buenos resultados de funcionamiento del catéter a largo plazo.
- Los principales problemas poscolocación inmediata fueron secundarios al mal funcionamiento del catéter, sobre todo debido a atrapamiento por epiplón. No detectamos complicaciones graves.
Conflictos de interés
Los autores declaran que no tienen conflictos de interés potenciales relacionados con los contenidos de este artículo.
Figura 1. Supervivencia