Sr. Director:
El riñón «en herradura» (RH) fue descrito inicialmente por Berengario da Carpi en 1552. En el 33% de los casos son asintomáticos y en el resto pueden presentar complicaciones como displasia renal multiquística, uropatías obstructivas, hidronefrosis, litiasis, infecciones o neoplasias como carcinoma renal, tumor de Wilms o de urotelio1.
Presentamos el caso de un hombre de 27 años, que acudió a urgencias por dolor abdominal localizado en flanco izquierdo. Entre sus antecedentes se encontró una historia reciente de hipertensión arterial. En el examen físico se detectó una TA de 160/90 mmHg. Se le realizó una ecografía abdominal (no mostrada) en la que se apreciaron imágenes quísticas en el polo superior de un riñón izquierdo que presentaba ligera atrofia cortical. Ante la sospecha de patología renal, se le realizó una TC abdominal, comprobándose que las imágenes quísticas correspondían a dilatación del sistema pielocalicial (figura 1) en un RH (figura 2). Se procedió a la realización de una pieloplastia izquierda que resolvió el cuadro obstructivo, encontrándose el paciente en la actualidad asintomático.
El RH constituye la anomalía más frecuente de la fusión renal. Aparece en 1/400 nacimientos, con una incidencia superior en hombres (2:1). La localización del itsmo suele ser anterior a los grandes vasos abdominales. La hidronefrosis por obstrucción en la unión pieloureteral se observa en un tercio de los RH, siendo factores que contribuyen la inserción alta del uréter en la pelvis renal, las anomalías en el istmo o el aporte sanguíneo 2. Se han publicado en el RH tanto tumores de Wilms como carcinomas de células claras, neuroendocrinos3, uroteliales y nefroblastomas. Puede asociarse con anomalías congénitas, genitourinarias, anomalías óseas, gastrointestinales, mielomeningocele y cardiovasculares. La estenosis de la unión pieloureteral (EPU) es la alteración congénita más frecuente del tracto urinario superior, y la que más se asocia con el RH. En la mayoría de los casos, la EPU se debe a una desestructuración de las fibras musculares y a un aumento del colágeno en la unión pieloureteral. La clínica más frecuente es la aparición de dolor lumbar, pero, en obstrucciones crónicas, la activación del sistema renina-aldosterona conducirá a la vasoconstricción de las arteriolas aferentes, con la consiguiente reducción del flujo sanguíneo renal e instauración de HTA. A pesar de esto, ante una hidronefrosis y RH, la causa más frecuente es la litiasis, seguida de la estenosis pieloureteral4. El diagnóstico del RH se basa en las pruebas de imagen. La tomografía computarizada con los actuales equipos multidetectores permite realizar una reconstrucción multiplanar y confirman el diagnóstico ante los hallazgos ecográficos, reservándose la gammagrafía renal para cuando se requiera información acerca de la normofunción o no del parénquima. El tratamiento se realiza mediante pieloplastia laparoscópica y endoscópica en cualquiera de sus variantes. En la actualidad, la cirugía robótica ha demostrado su utilidad para realizar con buenos resultados pieloplastia en estenosis primarias y secundarias, tanto en niños como en adultos y en diferentes etiologías 5.
En resumen, ante un paciente joven con HTA (asociada o no a RH) debe pensarse en la posibilidad de que se trate de una estenosis pieloureteral. La TC abdominal constituye un buen método diagnóstico para la valoración de esta patología.
Figura 1. TC abdominal tras administración de contraste i.v.
Figura 2. Reconstrucción 3D del estudio previo; riñón «en herradura» con múltiples arterias accesorias (flechas).