Introducción: El trasplante renal es la mejor opción terapéutica para la enfermedad renal crónica terminal, ya que ofrece el potencial necesario para revertir las alteraciones asociadas a la uremia. No obstante, ciertas alteraciones, como las asociadas a los trastornos del metabolismo mineral, pueden persistir aún con buena función del injerto; además, el propio régimen inmunosupresor puede contribuir a la osteoporosis postrasplante. El bloqueo biológico RANK-L mediante el anticuerpo monoclonal denosumab con un sencillo régimen de administración semestral ha demostrado la reducción de fracturas en mujeres posmenopáusicas, con escasos efectos secundarios, si bien su utilidad en la osteoporosis postrasplante no es bien conocida.
Material y métodos: Estudiamos retrospectivamente la evolución de 16 trasplantados renales (14 mujeres y 2 varones) de 61±11,8 años y buena función renal (Crp 1,18±0,30mg/dl) a los que se les había prescrito denosumab tras un mínimo de 2años postrasplante (24-324meses) para el tratamiento de su osteoporosis. Se analizó el efecto de dicho fármaco sobre las variables relacionadas con el metabolismo mineral, la función renal, la evolución densitométrica y los efectos secundarios.
Resultados: En el primer control analítico realizado una vez administrado el fármaco se apreció un aumento no significativo de la PTH (148±70,4 hasta 180±108,1pg/ml) acompañado de un descenso significativo del calcio (de 9,46±0,45 hasta 9,18±0,54mg/dl, p=0,01) y del fósforo (de 3,56±0,45 hasta 3,14±0,64mg/dl, p=0,017). Ni la función renal (Crp 1,18±0,30 hasta 1,16±0,28mg/dl), ni la proteinuria (de 196±323,3 hasta 165±234,1mg/g), ni los niveles de inmunosupresión variaron significativamente. Tras un periodo de 33±9,9 (18-44) meses, en 6 pacientes con un segundo control densitométrico se apreció un incremento significativo de la masa ósea en columna lumbar (desde 0,81±0,11 hasta 0,88±0,12g/cm2; t-score −3,00±0,96 hasta −2,60±1,07; p<0,05).
La densidad ósea en cuello femoral, aunque mejoró, no alcanzó significación estadística (desde 0,74±0,09 hasta 0,80±0,10g/cm2; t-score −2,01±0,84 hasta −1,83±0,92). Respecto a los efectos secundarios, un paciente presentó hipocalcemia sintomática y se apreció un aumento de ingresos por ITU (del 7 al 20%). Se suspendió el tratamiento en 6 pacientes, siendo las ITU de repetición el principal motivo de interrupción (3casos). Una paciente presentó un rechazo agudo con pérdida del injerto a los 3años de iniciado el tratamiento.
Conclusiones: El denosumab podría ser una alternativa cómoda y eficaz para el tratamiento de la osteoporosis en la población trasplantada, con un incremento aproximado del 8% en la masa ósea, especialmente a nivel lumbar. Las infecciones urinarias con necesidad de ingreso hospitalario fueron el efecto secundario más frecuente y el principal motivo de interrupción del tratamiento. Aunque su uso se acompaña de un descenso de la calcemia y de la fosfatemia, solo un caso presentó hipocalcemia sintomática.