La calcificación cardiovascular (CV) es una condición muy prevalente en todos los estadios de la enfermedad renal crónica (ERC) y se asocia directamente a una mayor morbimortalidad CV y global. En la primera parte de esta revisión hemos mostrado cómo las calcificaciones CV son una característica destacada del complejo CKD-MBD (chronic kidney disease-mineral and bone disorders) así como un predictor superior de la evolución clínica de nuestros pacientes. No obstante, es necesario también demostrar que la calcificación CV es un factor de riesgo modificable y con la posibilidad, como mínimo, de poder disminuir su progresión (o al menos no agravarla) con maniobras iatrogénicas. Aunque estrictamente solo se disponga de evidencias circunstanciales, sabemos que el uso de determinados fármacos puede modificar la progresión de las calcificaciones CV, aunque no se ha demostrado un vínculo directo causal sobre la mejoría de la supervivencia. En este sentido, el uso de quelantes del fósforo no cálcicos ha demostrado reducir la progresión de las calcificaciones CV en comparación con el uso liberal de quelantes cálcicos en varios ensayos clínicos aleatorizados. Por otra parte, aunque solo a nivel experimental, los activadores selectivos del receptor de la vitamina D parecen mostrar un mayor margen terapéutico contra la calcificación CV. Finalmente, los calcimiméticos también parece que podrían atenuar la progresión de la calcificación CV en pacientes en diálisis. Mientras se desarrollan nuevas estrategias terapéuticas (p. ej. vitamina K, SNF472…), proponemos que la valoración de las calcificaciones CV puede ser una herramienta usada por el nefrólogo para la toma individualizada de decisiones terapéuticas.
Cardiovascular (CV) calcification is a highly prevalent condition at all stages of chronic kidney disease (CKD) and is directly associated with increased CV and global morbidity and mortality. In the first part of this review, we have shown that CV calcifications represent an important part of the CKD-MBD complex and are a superior predictor of clinical outcomes in our patients. However, it is also necessary to demonstrate that CV calcification is a modifiable risk factor including the possibility of decreasing (or at least not aggravating) its progression with iatrogenic manoeuvres. Although, strictly speaking, only circumstantial evidence is available, it is known that certain drugs may modify the progression of CV calcifications, even though a direct causal link with improved survival has not been demonstrated. For example, non-calcium-based phosphate binders demonstrated the ability to attenuate the progression of CV calcification compared with the liberal use of calcium-based phosphate binders in several randomised clinical trials. Moreover, although only in experimental conditions, selective activators of the vitamin D receptor seem to have a wider therapeutic margin against CV calcification. Finally, calcimimetics seem to attenuate the progression of CV calcification in dialysis patients. While new therapeutic strategies are being developed (i.e. vitamin K, SNF472, etc.), we suggest that the evaluation of CV calcifications could be a diagnostic tool used by nephrologists to personalise their therapeutic decisions.
Actualmente está ampliamente aceptado que la enfermedad renal crónica (ERC) es un factor independiente de riesgo cardiovascular (CV) y que sus tasas de mortalidad aumentan de modo exponencial con el deterioro progresivo de la función renal1. En este contexto hemos descrito previamente los tipos de calcificación CV2,3, su asociación a eventos CV y a un aumento de mortalidad2 y por qué justificamos la valoración de la calcificación vascular en la práctica clínica nefrológica habitual2. No obstante, es importante demostrar previamente también que la calcificación CV es un factor de riesgo modificable con la posibilidad, como mínimo, de disminuir su progresión o no agravarla (en caso de no revertirla). El objetivo de la segunda parte de esta revisión es, pues, exponer cómo, aunque la calcificación CV es un fenómeno tardío y secundario y estrictamente solo dispongamos de evidencias circunstanciales4–6, se trata de un factor de riesgo modificable y sobre el que, desafortunadamente, también podemos contribuir con iatrogenia indeseable6–9.
Control de los factores de riesgo cardiovascular tradicionales y la calcificación vascularEstudios observacionales han mostrado que el uso diferencial de fármacos que actúan sobre el sistema CV como estatinas, β-bloqueantes, antagonistas de los canales de calcio y los inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (ECA)/antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA II) se asocian a un menor riesgo de eventos CV y muerte en pacientes con ERC10. Sin embargo, no hay un fármaco que por sí solo demuestre claramente una mejoría de la supervivencia en pacientes en diálisis11. De este modo, el tratamiento de factores de riesgo CV para la ateromatosis, como la hiperlipidemia, no logró mejorar la supervivencia de estos pacientes12,13 y solo la reducción del colesterol LDL con simvastatina más ezetimibe redujo la incidencia de eventos CV en una amplia gama de pacientes con ERC avanzada, pero sin demostrar beneficio en la supervivencia global14. El tratamiento de la hiperlipidemia con estatinas también ha fracasado en la reducción de calcificaciones vasculares15,16. Solo un metaanálisis reciente ha señalado que el uso de estatinas es efectivo en la prevención primaria de enfermedad CV en la ERC17. Por otra parte, son muy limitados o inexistentes los datos disponibles sobre el control de la diabetes mellitus y la presión arterial, así como la abstención del hábito tabáquico sobre las calcificaciones vasculares o el riesgo CV en la población con ERC18. Solo en nuevos modelos experimentales, los ARA II han demostrado que ejercen efectos protectores potentes sobre la calcificación vascular mediante la interrupción de la osteogénesis vascular y que la asociación de estatinas y ARA II produce potentes efectos sinérgicos de protección contra la calcificación vascular en la ERC, más allá del control de la presión arterial19–22.
Control de los factores relacionados con el complejo CKD-MBD y la calcificación vascularMuchos tratamientos relacionados con el complejo CKD-MBD como los quelantes del fósforo (P), derivados de la vitamina D, calcimiméticos y otros, han demostrado ampliamente que pueden influir sobre la calcificación vascular experimental y apuntan la posibilidad de poder modificar su progresión clínica, incluso, en pacientes en diálisis7,23–26. Sin embargo, hay que reconocer que no existe una prueba definitiva en ningún estudio clínico aleatorizado que muestre que un solo fármaco de esta área terapéutica tenga un impacto irrefutable sobre eventos mayores en pacientes con ERC8,9.
Información reciente sobre los quelantes de fósforoLa hiperfosfatemia es reconocida como un factor independiente de riesgo CV. Las anormalidades del metabolismo del fósforo (P) aparecen precozmente en la ERC y hay un consenso general de que es uno de los factores más importantes que contribuyen a la aparición de calcificaciones CV junto a los cambios del contenido intra y extracelular de Ca, ambos con influencia drástica en la función de las células musculares lisas vasculares (CMLV)27,28. Desde los trabajos experimentales de Jono et al.27 y Ghiachelli et al.29, los nefrólogos han reconocido la necesidad de evitar la sobrecarga de P, no solo como promotora de hiperparatiroidismo secundario, sino por sus efectos directos sobre la salud CV30–32, incluyendo sus potentes efectos proinflamatorios y oxidantes33,34 que pueden afectar incluso a pacientes con ERC leve y, posiblemente, a la población general35.
La publicación inicial de Goodman et al. en adolescentes en diálisis, en la que mostró que estos ya tenían importantes calcificaciones vasculares y que la cantidad de Ca que ingerían era el doble de la que ingerían los que no tenían calcificaciones, inició un amplio debate sobre los distintos quelantes (cálcicos vs. no cálcicos) que aún no ha sido completamente resuelto en la actualidad36–38. En este sentido, varios estudios aleatorizados realizados en adultos en diálisis han demostrado que la progresión de la calcificación CV era realmente modificable por la elección de quelantes de P no cálcicos7,39–42. Estos resultados no son uniformes43, aunque en algunos de estos ensayos negativos la población de pacientes analizados tenía un mayor número de factores de riesgo CV44,45 o el estudio se vio obstaculizado por una muestra de poco tamaño o por el uso de altas concentraciones de Ca en el baño de diálisis en muchos pacientes46. En consecuencia, y a pesar de que en el estudio «Dialysis Clinical Outcomes Revisited» (DCOR) el uso de sevelamer-HCl en pacientes en diálisis no mejoró de un modo significativo las tasas de mortalidad47,48, las guías KDIGO 2009 propusieron restringir la dosis de quelantes de P basados en Ca en presencia de calcificación arterial (guía 4.1.5; 2C), al menos hasta que se llevaran a cabo estudios más concluyentes30. Este hecho representó un paso adelante en comparación con las guías americanas anteriores49 (K-DOQI 2003) donde los quelantes del P basados en Ca se limitaban curiosamente solo a casos con calcificación vascular grave (una situación probablemente tardía para modificar sus consecuencias deletéreas). Aunque el estudio DCOR no demostrara estrictamente la superioridad de sevelamer respecto a quelantes cálcicos, no se puede tampoco decir que estos sean inocuos32,50. Con la necesidad sobreañadida de tener en cuenta también aspectos económicos51, estos estudios mencionados sí han llevado al menos a la comunidad nefrológica a concienciarse de lo inadecuado de usar de forma indiscriminada quelantes cálcicos y a que podría ser más seguro fijar el límite superior de ingesta de Ca incluso en menos de 1g/día en pacientes con ERC52. Un pequeño estudio metabólico reciente demostró, incluso en pacientes con ERC 3b-4 (n=8; FG medio 36ml/min/1,73m2; P medio de 3,8mg/dl) que la administración de 1,5g de carbonato cálcico convertía un balance basal neutro en un balance estrictamente positivo53, aunque se desconoce si este balance sería transitorio, al inducir fenómenos de adaptación, o si este exceso se depositaría finalmente en localizaciones extraóseas.
En estudios más recientes, se ha confirmado una atenuación de la progresión de la calcificación vascular en pacientes en diálisis no solo con sevelamer sino también con lantano y, en 2pequeños estudios piloto, con quelantes de P que contienen magnesio54–59. Un metaanálisis reciente también ha reforzado la idea de que era posible atenuar la progresión de las calcificaciones vasculares con quelantes de P no cálcicos60. Además, en otro ensayo clínico aleatorizado, abierto, con grupos paralelos, que incluía a 466 pacientes italianos que iniciaron hemodiálisis, sevelamer mejoró la supervivencia en comparación con los quelantes de P cálcicos61, aunque no pudo establecerse un vínculo directo entre la carga de Ca y la peor evolución61. Por otra parte, en otro metaanálisis reciente, los quelantes de P no cálcicos se asociaron a un criticado menor riesgo global de mortalidad (22%) en pacientes con ERC (en su mayoría pacientes en diálisis tratados con sevelamer)4, en contraposición a los resultados negativos de otros metaanálisis anteriores37,62. Sin embargo, en algunos estudios se administraron altas dosis de algunos quelantes como consecuencia de los objetivos protocolizados, por lo que estos resultados deberían ser extrapolados con precaución a aquellas situaciones en que se usan bajas dosis de quelantes con Ca o se emplea la administración concomitante de ambos tipos de quelantes (con y sin Ca)63,64. En otro estudio se describió que individuos normales y pacientes con ERC 3b-4 tenían un balance de Ca discretamente negativo o neutro con una dieta de 800 mg/día de Ca, mientras que con una dieta de 2.000mg/día los individuos normales se encontraban en un balance discretamente positivo y que los pacientes con ERC tenían un balance francamente positivo, al menos durante los 9 días del estudio65.
Por último, también se ha demostrado en un estudio aleatorizado, multicéntrico, piloto, abierto, realizado en 212 pacientes ambulatorios afectos de ERC estadios 3-4 y reclutados durante un máximo de 36 meses, que el tratamiento con sevelamer, con el fin de mantener el P plasmático en el rango normal, se asoció a una incidencia significativamente menor de la CAC de novo entre pacientes sin patología CV de base (12,8 vs. 81,8% para sevelamer y carbonato de Ca, respectivamente), así como a una progresión más lenta de la CAC entre los pacientes con evidencia de CAC al inicio del estudio66. También se detectó una regresión significativa de CAC en 24 pacientes tratados con sevelamer y solo en 2pacientes tratados con Ca. Finalmente, la mortalidad global y el objetivo final compuesto de muerte o inicio de diálisis fueron menores en los pacientes asignados a sevelamer66. Este estudio no incluía grupo placebo e incluía pacientes con una hiperfosfatemia moderada (4,84±1,3mg/dl). Por el contrario, en otro estudio aleatorizado, menor, sobre 148 pacientes con ERC moderada (FG=20-45ml/min/1,73m2 con un P medio de 4,2mg/dl) que comparó Ca, sevelamer y lantano vs. placebo mostró un completamente inesperado aumento de las calcificaciones vasculares en todos los grupos en comparación con placebo, aunque, en análisis post hoc, el grado de progresión fue mayor en el grupo Ca67. En otro estudio68, la rosuvastatina y el sevelamer tampoco retardaron la progresión de las calcificaciones vasculares en pacientes con ERC no en diálisis. Por lo tanto, a pesar del posible beneficio en la supervivencia demostrado, por lo menos en algunos pacientes con ERC, se necesitan más estudios para confirmar los posibles efectos de los quelantes de P antes del inicio de diálisis. De hecho, esta es una de las áreas nefrológicas en la que tenemos menos evidencias y alternativas, habiéndose suscitado una importante controversia sobre si deberían prescribirse o no quelantes de P en ERC estadios 3-469–71, recalcándose la extrema necesidad de realizar estudios clínicos prospectivos sobre eventos duros69–71. Además, de un modo estricto y según las fichas técnicas respectivas, los quelantes de P sin Ca tendrían indicación antes de inicio de diálisis solo cuando el P fuera>a 1,78mmol/l (5,5mg/dl). No obstante, es de destacar que en las recientes controversias sobre las guías KDIGO63 se subrayó la preocupación previa sobre la sobrecarga de Ca como factor de riesgo para la progresión de la calcificación vascular en la ERC37,66,67,72,73.
Control del hiperparatiroidismo secundario con calcimiméticosAdemás de los datos experimentales inequívocos que muestran un efecto neutro o protector de los calcimiméticos sobre la ateromatosis urémica o las calcificaciones vasculares24,74,75, se ha demostrado recientemente en un ensayo clínico aleatorizado que cinacalcet, junto a bajas dosis de análogos de la vitamina D, puede atenuar la progresión de la calcificación vascular en pacientes en diálisis, comparado con el tratamiento estándar (distintas dosis de análogos de vitamina D o quelantes)25. Aunque el estudio estrictamente no demuestra un beneficio significativo (p=0,07), en el grupo tratado con calcimiméticos hubo una clara tendencia hacia la disminución de la progresión de la CAC, la calcificación de la aorta torácica y la progresión de la calcificación valvular cardíaca. Este efecto fue especialmente significativo en los pacientes adherentes al protocolo diseñado inicialmente26. En un estudio observacional realizado en Japón se describieron resultados similares76. Por otra parte, otro estudio retrospectivo que incluía pacientes en diálisis que recibieron terapia con vitamina D intravenosa (como marcador subrogado del diagnóstico de hiperparatiroidismo secundario), la prescripción de calcimiméticos se asoció a una mejoría significativa de la supervivencia77. Sin embargo, el estudio EVOLVE mostró78, comparando calcimiméticos vs. terapia estándar en el mayor estudio realizado en pacientes en hemodiálisis (3.883), que cinacalcet no redujo significativamente el riesgo de muerte o eventos CV mayores en pacientes en diálisis con hiperparatiroidismo secundario de moderado a severo tras un análisis estadístico por intención de tratar no ajustado. Del mismo modo, en un metaanálisis reciente, basado esencialmente en el estudio anterior, los calcimiméticos no parecían mejorar la mortalidad CV o global79. En consecuencia, tal y como sucedió con sevelamer en el estudio DCOR47,48, no se ha podido establecer de manera definitiva un vínculo directo entre maniobras terapéuticas que potencialmente atenúan la progresión de la calcificación vascular en pacientes en diálisis y beneficios en la supervivencia. Sin embargo, es importante destacar que, además de otros efectos beneficiosos nominalmente significativos asociados a sevelamer y cinacalcet47,48,78, se observó en ambos ensayos una interacción muy significativa de la edad sobre el efecto del tratamiento. Por ejemplo, ambos fármacos redujeron significativamente la mortalidad en un subgrupo predefinido de pacientes mayores de 65 años, probablemente debido a la mayor potencia estadística relacionada con un mayor número de eventos CV y mortalidad en este grupo de edad78,80. Se ha observado también una interacción similar con la edad con carbonato de lantano81. También se ha descrito recientemente una importante asociación entre calcificación vascular y función renal en personas mayores, pero no en individuos más jóvenes, de la población general82. Es importante destacar que, en el caso del estudio EVOLVE, cinacalcet sí redujo significativamente el riesgo de muerte o eventos CV mayores en pacientes en diálisis en un análisis secundario por intención de tratar predefinido cuando se ajustaba por edad u otros factores, así como otros análisis complejos de sensibilidad y a pesar del excesivo número de drop-ins y drop-outs78,83. También se han descrito varios efectos beneficiosos de cinacalcet en estudios post hoc83–88, entre los que destacamos la disminución de mortalidad en eventos no ateroscleróticos (que incluyen muerte súbita e insuficiencia cardíaca) en pacientes tratados con cinacalcet86. Por todo ello, creemos que el estudio EVOLVE no puede ser considerado como un estudio negativo sino que se trata de un estudio inconcluyente, no definitivo, dado que la ausencia de evidencia no puede ser de ningún modo considerada evidencia de ausencia50,83.
Por último, es importante subrayar que los calcimiméticos también se han empleado con éxito en el tratamiento de algunos casos de calcifilaxis87,89. Es importante señalar que los episodios de calcifilaxis se produjeron con una frecuencia significativamente menor en el grupo de pacientes tratados con cinacalcet en el estudio EVOLVE y un estudio post hoc posterior78,87.
Calcidiol y activadores del receptor de vitamina DLos niveles bajos de calcidiol (25-OH vitamina D) han sido asociados directamente con la presencia y progresión de la calcificación vascular y representan por sí solos un novedoso marcador de riesgo CV90,91. Aunque pudiera tratarse de un mero «espectador», el mantenimiento de niveles «normales» parecería ser deseable, y así es recomendado por las guías españolas92, para reducir la progresión de la calcificación vascular y para mantener un recambio óseo normal6,91, aparte de otros efectos pleiotrópicos descritos para la vitamina D y que incluyen la regeneración vascular, efectos antiinflamatorios y actividad antirrenina, entre otros93–96. Sin embargo, no hay ensayos clínicos aleatorizados prospectivos que hayan evaluado el impacto de la vitamina D nativa o de los activadores de los receptores de la vitamina D (ARVD) como calcitriol, alfacalcidol, paricalcitol u otros en la calcificación vascular humana. Los estudios experimentales han demostrado efectos diferenciales entre calcitriol y otros ARVD sobre la calcificación extraósea. El calcitriol es un inductor clásico directo dosis-dependiente de la calcificación vascular experimental, especialmente en presencia de una alta exposición a P o como resultado de la acumulación sistémica de Ca y P inducida por la vitamina D, más que un efecto local sobre la pared arterial24,74,97. Por otra parte, las dosis más bajas tanto de calcitriol como de paricalcitol parecen ser protectoras contra la calcificación vascular, probablemente a través de la restauración de klotho y la expresión de osteopontina98–100. Por lo tanto, se puede postular la presencia de un efecto bimodal de los ARVD con relación a la regulación de la calcificación vascular. En general, los datos experimentales que apoyan menor toxicidad con algunos ARVD en comparación con calcitriol no son consistentes entre estudios, pero parecen apoyar la afirmación de que hay una reducción de la inducción de la calcificación con diferentes ARVD como paricalcitol24,74,95,101. Por ejemplo, paricalcitol, en contraposición a calcitriol, disminuye la activación de la vía Wnt/β-catenina que es la vía más importante de señalización en la transdiferenciación de CMLV en osteoblastos102. El paricalcitol, no se sabe si otros ARVD, podría tener también un efecto sobre estadios más precoces de la enfermedad vascular103. Por otro lado, se ha descrito en varios estudios retrospectivos un beneficio consistente y sólido sobre la supervivencia de los pacientes en hemodiálisis con ARVD selectivos104,105 y, aunque ha sido cuestionado106, el beneficio parece ser más pronunciado en el rango de dosis bajas y entre los pacientes que recibieron ARVD selectivos18,104. Por último, un metaanálisis reciente que incluyó 14estudios observacionales (194.932 pacientes) mostró que las terapias con ARVD se asocian a una menor mortalidad en los pacientes con ERC107, aunque tampoco existe uniformidad entre metaanálisis al respecto108. En la actualidad no hay tampoco ningún ensayo clínico prospectivo publicado que haya evaluado el efecto de los ARVD sobre la supervivencia, que confirme o no estos resultados previos, aunque tampoco puede descartarse dicho efecto beneficioso109.
La vitamina KLa vitamina K es necesaria como un cofactor en el proceso de convertir las proteínas de la matriz extracelular decarboxiladas inactivas en formas carboxiladas activas. La osteocalcina y la MGP requieren de la presencia de vitamina K para su activación y la warfarina, como antagonista de la vitamina K, inhibe la coagulación, pero su uso a largo plazo también puede promover la calcificación vascular y la sobrerregulación de la MGP decarboxilada110,111. Ya se conocía la asociación entre CAC y tratamiento con antagonistas de la vitamina K en pacientes con fibrilación auricular de bajo riesgo112 y, recientemente, Górriz et al. confirmaron la asociación independiente entre el uso de anticoagulantes orales y la calcificación vascular, incluso en pacientes con ERC sin diálisis113. Desde el punto de vista experimental, es conocida la capacidad de la vitamina K de revertir la elastocalcinosis de la media inducida por warfarina114 y, siendo la deficiencia de vitamina K común en diálisis, no es de extrañar que haya actualmente en curso varios ensayos clínicos prospectivos que evalúan el efecto de la suplementación con vitamina K sobre la progresión de la CAC en pacientes con ERC y pacientes en hemodiálisis115. Es posible que los nuevos anticoagulantes orales, ahora disponibles para los pacientes con fibrilación auricular o síndrome coronario agudo, pudieran llegar a constituirse como alternativa terapéutica116,117.
Datos preliminares sobre bifosfonatos, tiosulfato y fitatosLos bifosfonatos también se han utilizado con éxito «fuera de guía» en el tratamiento de la calcifilaxis118. Además de los datos experimentales que muestran que el tratamiento con pamidronato o etidronato previene la calcificación vascular119, el etidronato oral o parenteral puede retrasar la progresión de la CAC y la calcificación valvular aórtica, aunque no se ha demostrado que todos los bifosfonatos de nueva generación puedan hacer lo mismo120–123. En este sentido merece la pena recordar que la pared vascular posee una «forma natural de bifosfonatos», los pirofosfatos, que antagonizan la fosfatasa alcalina y constituyen uno de los factores anticalcificantes más efectivos de la pared vascular.
Un ensayo clínico aleatorizado reciente con 108 pacientes afectos de hipercolesterolemia reveló que la terapia combinada de atorvastatina más etidronato durante 12 meses redujo significativamente las placas ateromatosas torácicas y de la aorta abdominal124. Dado que los efectos vasculares de los bifosfonatos no se pueden separar de una adecuada formación ósea, la administración de estos a los pacientes con ERC puede ser poco apropiada y favorecer el desarrollo o agravamiento de una enfermedad ósea adinámica30,125,126. En consecuencia, se recomienda una biopsia ósea antes del uso de bifosfonatos en pacientes con FG<30ml/min/1,73m2 a menos que una enfermedad ósea de alto recambio esté presente de un modo indudable30, o que sea en el contexto de una enfermedad potencialmente mortal como la calcifilaxis118. Probablemente un enfoque similar debería aplicarse a nuevas terapias como denosumab y romosozumab, aunque la vida media de estos fármacos en el hueso es indudablemente menor127.
El tiosulfato de sodio se ha introducido recientemente en el arsenal terapéutico contra la calcifilaxis128. También puede atenuar la tasa de progresión de la CAC en comparación con el grupo sin tratamiento, pero con una disminución significativa de la densidad mineral ósea de la cadera129,130. Aunque tiosulfato de sodio y otros agentes quelantes han demostrado ser potencialmente útiles en la reversión de la calcificación de la capa media vascular131, el mecanismo por el cual el tiosulfato de sodio reduce la calcificación no es completamente conocido129,132.
Dada la importancia de este tema, se están desarrollando nuevos fármacos que podrían actuar como inhibidores de la calcificación vascular como el SNF472133, una formulación intravenosa de mio-inositol hexafosfato (fitato) que previene la formación y crecimiento de cristales de hidroxiapatita134,135, y se comporta como un antagonista de la calcificación que podría resultar eficaz como terapia para el tratamiento de la calcificación CV en pacientes con ERC y en la calcifilaxis133. El SNF472 actúa a través de un mecanismo físico-químico, fijándose sobre el cristal en formación o crecimiento136. Su elevada eficacia en modelos animales y corta vida media le confieren un perfil de eficacia y seguridad adecuado en ERC, pero que deberá confirmarse en estudios clínicos a largo plazo. En estos momentos está en fase de desarrollo 1b/2136.
Otros posibles tratamientosNo hay estudios que investiguen los efectos de la paratiroidectomía en la progresión o regresión de la calcificación vascular que cumplieran los criterios de inclusión preestablecidos para la revisión de las guías KDIGO 2009. Asimismo, no hay hoy en día nuevos datos disponibles más allá de la indicación clásica de la paratiroidectomía en la forma de calcifilaxis que se asocia a hiperparatiroidismo secundario grave. En el trasplante renal, pocos estudios han demostrado recientemente que estabilizan o disminuyen, pero no detienen completamente, la tasa de progresión de la calcificación vascular a pesar de la mejoría significativa de la función renal y de los parámetros del metabolismo mineral137–140. Sin embargo, muchos otros factores de riesgo CV, ya sean previos o en el contexto del trasplante, pueden desempeñar un papel adicional en esta población especial.
Recomendaciones generalesAunque faltan estudios que demuestren que la presencia/ausencia/grado de calcificación vascular modifica el pronóstico de los pacientes con ERC, hemos expuesto en esta segunda parte de la revisión que existe una amplísima evidencia documentada, especialmente en pacientes en diálisis, de que algunos tratamientos del componente CKD-MBD aumentan la progresión de las calcificaciones vasculares, al menos, cuando estas ya están presentes7,25. Se sabe que la calcificación vascular es un fenómeno tardío y probablemente secundario, precedido entre otros por fenómenos inflamatorios que podrían ser objeto de atención primaria para prevenir las calcificaciones al actuar sobre la enfermedad arterial en estadios más precoces4. Sin embargo, la ausencia de medidas contrastadas para esa aproximación preventiva, junto a la seria posibilidad de inducir iatrogenia, creemos que no permite adoptar una actitud nihilista ante la calcificación vascular, y considerarla como una imposibilidad, puesto que hemos demostrado que podemos tanto empeorarla como atenuar su progresión5,7–9,25,50.
En espera de la difícil viabilidad de un ensayo clínico aleatorizado multiintervencionista independiente de la industria farmacológica, reconocemos que la calcificación CV no cumple los requisitos para la recomendación de un cribado generalizado141,142. Sin embargo, dada la capacidad predictiva de la calcificación CV y su progresión, creemos que los pacientes con ERC con calcificaciones vasculares no solo precisarían de un seguimiento y monitorización CV más continuado (no solo de sus calcificaciones) sino que probablemente podrían beneficiarse de iniciativas adicionales para controlar sus factores de riesgo CV tradicionales y no tradicionales6,143. Entre las últimas incluiríamos un control más intensivo del P plasmático o de la sobrecarga de P y la administración de menos tratamientos o de altas dosis de fármacos que podrían favorecer la calcificación CV, lo que podría redundar en un aumento del valor de determinados tratamientos por encima de su coste absoluto7,37,78,83,95,144. La reciente llegada de algunos genéricos, sin duda, ayudará a reducir ciertas cargas económicas en espera de nuevas evidencias8,9. El conocimiento de la presencia/ausencia/grado de calcificaciones CV permitiría inicialmente, no solo mejorar la valoración individual del riesgo CV, sino además ayudar a la elección de la opción terapéutica más segura para intentar, al menos, no aumentar la carga y progresión de calcificaciones CV, considerando el elevado riesgo para la salud de los pacientes con ERC y sus consecuencias económicas indirectas6. Esta valoración de las calcificaciones CV debería realizarse en todos los pacientes o solo en casos seleccionados, dependiendo de los recursos disponibles en cada país6. Obviamente, la llegada de fármacos genéricos mucho más económicos podría facilitar el uso de los fármacos con mayor margen terapéutico sin estricta necesidad de cribado.
Distintos estudios muestran indefectiblemente que una vez que se establece la calcificación vascular esta sigue un curso progresivo y probablemente acelerado145, por lo que desde un punto de vista puramente académico es claro que se debería favorecer el uso de quelantes de P no basados en Ca, especialmente en los pacientes que ya tienen calcificación vascular y en aquellos con PTH o niveles de fosfatasa alcalina bajos. También podrían beneficiarse pacientes con circunstancias especiales, p. ej. mayores de 65 años con expectativa de vida razonable47,81, diabéticos, tratados con warfarina, pacientes incidentes en diálisis en los que se prevé un largo tiempo en lista de espera de trasplante, pacientes jóvenes con ERC en los que se prevé una ERC de larga evolución o pacientes con progresión comprobada de la calcificación vascular. La deficiencia de magnesio y hierro probablemente debería también evitarse, especialmente en estos pacientes.
Al individualizar el tratamiento a cada situación de recambio óseo, al menos algunos pacientes con hiperparatiroidismo secundario moderado-grave deberían ser tratados preferentemente con calcimiméticos o bajas dosis de ARVD25,78. La vitamina D nativa o ARVD selectivos podrían considerarse de modo preferente en pacientes con calcificación vascular o calcio bajo sin hiperfosfatemia, y vitamina D nativa en pacientes con sospecha de enfermedad ósea adinámica92,146; en todos ellos, además, se debería limitar seriamente la exposición a altas concentraciones de Ca en el baño de diálisis125,147–149, incluyendo pacientes en diálisis peritoneal frecuentemente expuestos a ellos150. En cualquier caso, las propias guías KDIGO proponen que la evaluación de las calcificaciones vasculares debería realizarse en cualquier paciente cuando el conocimiento de su presencia podría impactar decisiones terapéuticas.
Finalmente, como mostramos en la primera parte de esta revisión, consideramos que la evaluación inicial debería hacerse con técnicas radiológicas sencillas y creemos que la presencia de calcificación vascular, especialmente de arterias de tipo muscular como las de las manos, enfatizaría la necesidad de control de los factores relacionados con el metabolismo Ca-P (es necesario establecer en cada comunidad nefrológica un intervalo en el índice de Adragao por debajo o por encima del cual se decidirá implementar o no tratamientos más caros dependiendo de los distintos recursos financieros).
Por último, es conocido que los pacientes que no presentan calcificación valvular o vascular tienen un muy buen pronóstico en los siguientes años y es probable que el futuro de estos pacientes no se encuentre en peligro inmediato por el uso de medicamentos más económicos en caso de tener que establecer dichas prioridades por encima de consideraciones académicas. No obstante, es obvio que se necesitan estudios dirigidos a confirmar estas impresiones, así como la técnica y periodicidad recomendada para el reanálisis, especialmente en pacientes jóvenes no candidatos a trasplante renal en un período razonable de tiempo.
ConclusionesLos pacientes con ERC presentan un riesgo muy elevado de enfermedad CV y muerte prematuras; por ello, deberíamos ofrecerles la oportunidad de contar con la mejor prevención y tratamiento posibles. Desafortunadamente mientras los costes absolutos sean motivo de preocupación, el conocimiento cuantitativo o cualitativo de la calcificación CV podría ayudar a optimizar recursos económicos y a asignar los tratamientos más costosos a los pacientes con más expectativas de mejora. Por todo ello, creemos que, en este contexto, las calcificaciones CV deberían formar parte de nuestros protocolos y futuros estudios clínicos ya que se trata de una característica destacada del complejo CKD-MBD, es un predictor superior de evolución clínica, es modificable y su progresión parece aumentar con determinados tratamientos (iatrogenia) mientras que otros parecen atenuarla. Obviamente, la valoración de la calcificación vascular solo tiene sentido si el resultado puede ser utilizado por el nefrólogo en su toma de decisiones terapéuticas, especialmente de forma precoz, y con la posibilidad de seguir el principio hipocrático de «primum, non nocere» o el más reciente de «más vale prevenir que curar».
Conceptos clave- •
Las calcificaciones CV forman parte del complejo CKD-MBD.
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Las guías KDIGO 2009 (y la publicación de sus controversias preliminares 2015) y las guías españolas 2011 consideran que es razonable utilizar la información sobre calcificaciones vasculares para guiar el manejo del complejo CKD-MBD.
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La valoración de las calcificaciones CV debería realizarse en todos los pacientes o solo en casos seleccionados, dependiendo de los recursos disponibles en cada país, siempre que el conocimiento de su ausencia/presencia/grado pueda impactar decisiones terapéuticas.
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Las calcificaciones CV son un factor de riesgo potencialmente modificable.
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La progresión de las calcificaciones CV aumenta con determinados tratamientos (potencial iatrogenia) mientras que otros fármacos parecen atenuarla.
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En estudios clínicos y metaanálisis, los quelantes de fósforo sin calcio o los calcimiméticos parecen atenuar la progresión clínica de las calcificaciones vasculares en comparación con los quelantes de P sin Ca o con los regímenes estándar de tratamiento del hiperparatiroidismo secundario sin calcimiméticos.
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En modelos experimentales se demuestra que distintos derivados de la vitamina D (calcitriol vs. activadores selectivos de los receptores de la vitamina D; p. ej. paricalcitol) tienen efectos diferenciales sobre las calcificaciones vasculares.
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Existen datos preliminares sobre la influencia de otros fármacos (p. ej. vitamina K, bifosfonatos, tiosulfato de sodio o SNF472) sobre la progresión de la calcificación vascular en pacientes con ERC.
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Aunque no existe una prueba definitiva de que el tratamiento individualizado basado en la presencia/ausencia/grado de calcificación vascular mejore la supervivencia de los pacientes con ERC, la actitud nihilista no parece justificada.
No se ha recibido financiación para la realización de este trabajo.
Conflicto de interesesEl Dr. Jordi Bover ha recibido honorarios por conferencias de Abbvie, Amgen, Genzyme y Shire, así como por consultorías de Abbvie, Amgen, Vifor/Fresenius-Pharma, Chugai, Medice, Genzyme/Sanofi y Sanifit. El Dr. J.L. Górriz ha recibido honorarios por conferencias y becas de Abbvie. El Dr. P. Ureña ha recibido honorarios por conferencias o consultorías de Amgen, Abbvie, Genzyme-Sanofi, Medice, Hemotech y Fresenius. La Dra. M.J. Lloret ha recibido honorarios por conferencias de Sanofi y Abbvie.
El Dr. Jordi Bover pertenece a la Red Nacional RedinRen (RD06/0016/0001 y RD12/0021/0033), a la Red de Biobancos Nacional Española (RD09/0076/00064) y al Grupo Catalán de Investigación AGAUR (2009 SGR-1116). Además, colabora con la Fundación Íñigo Álvarez de Toledo (FRIAT). Queremos agradecer también al Sr. Ricardo Pellejero por su importante labor de asistencia bibliográfica.