La Aureimonas altamirensis (A. altamirensis) es una especie bacteriana procedente de las cuevas de Altamira, Cantabria, España; considerada como contaminante ambiental, pero aislada por primera vez en muestras biológicas en 2008 por Luong et al., siendo un potencial patógeno humano, con una presentación clínica variable1,2.
En la literatura se ha descrito un caso de peritonitis por A. altamirensis, aislado en el líquido ascítico de un paciente oncológico3, no se han reportado casos de peritonitis por este microorganismo en pacientes en diálisis peritoneal (DP).
A continuación, presentamos un caso de peritonitis por A. altamirensis, en un paciente en DP y describimos su importancia clínica.
Se trata de un varón de 81 años, con enfermedad renal crónica (ERC) estadio 5 en programa de DP, con modalidad incremental (DPI), con un intercambio nocturno con glucosa al 2,3%, que presentó un cuadro de dolor abdominal de menos de 24h de evolución, junto con líquido turbio en el intercambio peritoneal. No clínica a otro nivel.
En la exploración física se encontraba hemodinámicamente estable, afebril, abdomen blando, peristalsis conservada, no doloroso a la palpación y sin signos de irritación peritoneal. El orificio de salida del catéter peritoneal, no presentaba signos inflamatorios.
Entre las pruebas complementarias, se realizó un recuento celular en el líquido peritoneal, donde se evidenció 827 leucocitos/μl, con un 66% de neutrófilos, por lo que se pautó tratamiento empírico de peritonitis en relación con la técnica con vancomicina y ceftazidima intraperitoneal. No se realizaron pruebas de imagen.
En el cultivo de líquido peritoneal se aisló A. altamirensis resistente a gentamicina y tobramicina; sensible a piperacilina tazobactam, ceftazidima, ciprofloxacino, trimetoprima sulfametoxazol y amikacina. Según estos resultados, se mantuvo monoterapia antibiótica con ceftazidima durante 3 semanas con buena respuesta, con un control celular en líquido peritoneal de 70 leucocitos/μl, a las 48h.
El género Aurantimona, descrito por Denner et al.4 en 2003, abarca 4 especies de fuentes ambientales, incluyendo A. altamirensis, un bacilo aerobio gramnegativo de aguas marinas5. Inicialmente fue considerado un contaminante derivado del medio ambiente y/o fuentes de agua, pero en los últimos años se ha aislado en muestras biológicas, como en el esputo de pacientes con fibrosis quística, derrame pleural, infecciones oftalmológicas (queratitis, úlceras corneales) e incluso en hemocultivos de pacientes inmunodeprimidos2,6,7.
Revisando la literatura, pocos son los casos publicados en los que se identifica a la A. altamirensis como patógeno en seres humanos: una peritonitis en un paciente con colangiocarcinoma estadio IV con carcinomatosis peritoneal3; 2 casos de derrame pleural descritos por Tellez-Castillo et al., con asilamiento de A. altamirensis en líquido pleural, uno de los pacientes tenía un adenocarcinoma gástrico8; por último, 2 casos de bacteriemia por A. altamirensis, uno de ellos asociado a una infección escrotal, en un paciente pluripatológico con ERC estadio 47; y otro en un paciente con mieloma múltiple, tipo Bence-Jones2.
Parece que todos estos casos tendrían como punto en común, una importante comorbilidad que condicionan una situación de inmunosupresión de mayor o menor importancia. La A. altamirensis, se podría considerar como un patógeno oportunista, que desarrollaría enfermedad en los pacientes más debilitados por una enfermedad de base.
Desde el punto de vista epidemiológico, el paciente no refería conductas de riesgo tales como contacto con animales, ingesta de alimentos contaminados o aguas no tratadas, en nuestro caso tendríamos como los posibles factores favorecedores de la infección: un sistema inmune disfuncionante, propio de los pacientes con ERC en diálisis y la presencia de un cuerpo extraño (catéter de DP), sobre el que, la bacteria tiene la capacidad de generar un biofilm, como se describe en uno de los casos de bacteriemia, donde el microorganismo se aisló en un hemocultivo extraído de un reservorio venoso, tipo port-a-cath2.
En nuestra opinión se trata de un caso de gran interés al tratarse de la primera peritonitis por A. altamirensis en un paciente en diálisis peritoneal, quedando claro que, si bien en la literatura está descrita como de patogenicidad dudosa en nuestros pacientes (con una mayor comorbilidad de lo habitual), esta se hace más patente. También cabe destacar que, aunque existe poca experiencia en el tratamiento de las infecciones por A. altamirensis, en nuestro caso la pauta de tratamiento empírico de las peritonitis en DP: ceftazidima más vancomicina, fue plenamente efectiva, con la resolución del cuadro.