La enfermedad renal crónica (ERC) es una epidemia silenciosa con un impacto económico y psicosocial preocupante sobre la Salud Pública1. A pesar de ello, existe un desconocimiento en la población general de las implicaciones y el alcance de esta afección2, lo que supone un obstáculo para la detección precoz y el tratamiento. Para mejorar la salud renal es fundamental que se comprenda esta enfermedad y los medios de prevención.

En este contexto, los colegios son lugares imprescindibles para la formación en temas científico-sanitarios, como ha reconocido la Organización Mundial de la Salud en diversos programas3. Sin embargo, los niños y jóvenes son poco valorados en los planes de salud nacionales sobre la ERC4. Frecuentemente se los invisibiliza como agentes promotores de salud, cuando en realidad tienen un papel esencial para la alfabetización y difusión del conocimiento en su entorno familiar y social.

Ante esta perspectiva, y teniendo en cuenta la escasez de estudios en la literatura científica sobre el impacto de la alfabetización en salud renal en los colegios, la presente investigación preliminar plantea una cuestión: ¿pueden los niños actuar como impulsores de la formación en salud de su entorno y contribuir a la prevención de la ERC?

Con el propósito de arrojar luz sobre este asunto, se analizó el impacto de una charla-taller sobre la ERC en 21 estudiantes del 3.er curso Educación Infantil (edad 5 años), del Colegio de Educación Infantil y Primaria (C. E. I. P.) Arco Iris (Aguadulce, Almería), y sobre sus familiares. La actividad consistió en la lectura del libro infantil ilustrado Renata, mi nefróloga5, concebido por la Fundación Renal, así como la realización de una serie de talleres asociados6. La evaluación de conocimientos antes y después se hizo mediante un cuestionario ad hoc (pre y postintervención) adaptado para los niños y para los adultos (que no estuvieron presentes durante la actividad).

La hipótesis de partida era que la charla-taller mejoraría el conocimiento sobre la ERC de los estudiantes y que estos transmitirían lo aprendido a sus familiares. En este sentido, la nota media de los niños mejoró de manera significativa tras la intervención (de 2,43 [SD 2,18] a un 9,19 [SD 1,17] en la evaluación final [p <0,001]) y también mejoró la de sus familiares, aunque de manera más moderada (de un 6,81 [SD 1,29] inicial a un 8,10 [SD 1,48] final [p=0,024]).

Estos datos demuestran que, tras la actividad con los estudiantes, el nivel de conocimiento de sus familiares aumentó. Otras investigaciones internacionales también han evidenciado que los niños, tras las lecciones en la escuela, debaten temas sanitarios en sus casas, aumentando el conocimiento de sus progenitores7 y que impulsan cambios del estilo de vida de sus familias8. Los programas de educación para la salud renal en la escuela (mediante la formación de docentes, la enfermería de apoyo escolar y la inversión en recursos por parte de las instituciones) tienen un impacto directo en la alfabetización de toda la sociedad9 (fig. 1).

Figura 1.

Diagrama del modelo ecológico de Bronfenbrener (Handbook of Child Psycholog. Hoboken, USA: John Wiley & Sons; 2007) sobre la relación entre el desarrollo de un individuo y su entorno, adaptado como marco teórico de la alfabetización en enfermedad renal crónica.

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No obstante, un resultado preocupante es el bajo nivel de conocimiento preintervención en temas relacionados con el riñón y la salud renal de los familiares. Una gran proporción de los adultos desconocía muchas respuestas: una cuarta parte ignoraba la existencia de la especialidad de Nefrología, aproximadamente la mitad pensaba que los riñones duelen cuando están afectados por ERC o no sabían cuál es el marcador de la función renal (creatinina) y menos del 10% conocía las opciones de tratamiento disponibles (tabla 1). Estos datos ponen de manifiesto que muchos adultos no son capaces de interpretar sus analíticas o que ni siquiera conocen a qué especialista deben acudir, lo que implica directamente un retraso en el diagnóstico de la ERC.

En comparación con otras enfermedades, como los trastornos cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes o el cáncer, la ERC requiere de manera apremiante de una mayor sensibilización y concienciación. El insuficiente nivel de conocimiento de la población acerca de la ERC y sus factores de riesgo favorece el desarrollo y la progresión de la enfermedad, se relaciona con un peor diagnóstico y pronóstico, y con peor evolución en el tratamiento renal sustitutivo10.

En definitiva, los profesionales sanitarios tienen la responsabilidad de detectar los pacientes con alfabetización baja y, en colaboración con los docentes, contribuir a la promoción de la salud de la población. Se requiere con urgencia nuevos planes estratégicos que incluyan la ERC como una enfermedad de actuación preferente y que, además, sitúen a los niños en el centro de su cuidado. Los resultados de esta investigación (hasta nuestro conocimiento, la primera que se realiza en España sobre el potencial de los niños como agentes de sensibilización y prevención de la enfermedad renal) abren horizontes novedosos de investigación e intervención para la Nefrología.