A lo largo de los últimos treinta y tantos años, se ha asistido en nuestro país a varios extremos: déficit, exceso, déficit y ahora nuevamente y, a partir de mediados de la década presente, exceso de especialistas de nefrología si no lo empezamos a corregir desde este momento. Ante esta situación la Comisión Nacional de Nefrología ha empezado a plantear que, por una parte, en función de la información de la que se dispone, se debe rebajar el número de MIR de manera drástica desde las 93 plazas actuales, número que se había preconizado como idóneo por la propia Comisión, a 59 en una primera instancia para seguir reduciendo hasta llegar a la cuarentena y, por otra parte, continuar haciendo estudios al respecto para tener una mejor base científica para tomar decisiones.
En ese sentido, en el presente número de Nefrología se publica el artículo «Evolución de las plazas asignadas a nefrología en la convocatoria MIR (1985-2008)»1, cuya autora es Carmen Bernis Carro, por la Comisión Nacional de la Especialidad de Nefrología en España (Presidente: F. Ortega Suárez. Vicepresidente y Secretario: C. Quereda Rodríguez-Navarro. Vocales: A. Martínez Castelao, J.A. Górriz Teruel, R. Matesanz Acedos, A. Sans Boix, P. Abáigar Luquin, A. Sánchez Casajús, C. Bernis Carro, I. Auyanet Saavedra, M.J. Pérez Sáez).
En el artículo, el objetivo primordial es referir la evolución de la importancia expresada hacia la especialidad de nefrología por los médicos que han de elegir el entrenamiento MIR a través de la priorización que realizan al elegir las plazas de formación de este sistema.
Así pues, una de conclusiones a las que llega el trabajo es el de la progresiva pérdida de interés hacia la nefrología en los últimos años por parte de los médicos con la carrera recién acabada que eligen especialidad. Este fenómeno, que ocurre también en EE.UU. y en varios países de la Unión Europea, ha sido atribuido a múltiples causas:
1. Falta o mala información en el período universitario.
2. Identificación de la especialidad de nefrología como compleja y con mucha exigencia de formación (sin embargo, los programas de formación de nefrología se perciben como un excelente entrenamiento para residentes en muchas áreas de conocimiento, aunque con algunas lagunas).
3. No bien remunerada, con escasas salidas hacia la práctica privada y con una importante carga de trabajo.
4. Además, ha sido señalado universalmente que, debido a la escasez de salida profesional hacia los servicios hospitalarios en los que se puede ejercer de una manera más completa la especialidad, pero cuyas plantilla están ya cubiertas, los jóvenes nefrólogos se ven obligados a trabajar en un porcentaje nada despreciable en los centros de hemodiálisis extrahospitalarios o en programas de guardias, en algunos casos lamentablemente con escasa conexión efectiva con los servicios hospitalarios.
5. También se ha calificado la diálisis como poco gratificante, ofreciendo una pobre calidad de vida a los pacientes (lo contrario se dice acerca del trasplante renal, de las glomerulonefritis y de los problemas de fisiología renal).
6. La dependencia respecto a otros servicios (p. ej., la cirugía vascular).
Para revertir esta situación, no parece que tengan excesiva relevancia los aspectos económicos y sí los estilos de trabajo2-6, apoyados:
1. En la medicina basada en la evidencia.
2. En la investigación clínica y básica, incorporada al quehacer diario de los servicios de nefrología.
3. En una mayor autonomía clínica, y en la recuperación de aspectos en ocasiones abandonados (fracaso renal agudo, biopsia renal, etc.).
4. En un mayor peso de los pacientes trasplantados, de las enfermedades nefrológicas primarias y secundarias, de los trastornos hidroelectrolíticos y del equilibrio ácido-base, de los problemas del metabolismo calcio-fósforo, junto a los pacientes en todas las modalidades de diálisis, etc.
5. En una mayor coordinación con los centros extrahospitalarios y con la atención primaria.
6. En una mejor docencia demostrando en las clases y en las prácticas a los alumnos de medicina lo que enseña la especialidad de nefrología, cuando su enseñanza es la adecuada (y es la que practican los que la enseñan).
7. En el ajuste de la oferta de puestos de trabajo de calidad a la demanda.
NOTA DEL EDITOR: Sin duda el contenido de este Editorial y el del artículo especial reproducido en este número son de gran importancia para el futuro de la nefrología española. Los editores invitan a los nefrólogos españoles a enviar sus opiniones y comentarios sobre este trascendente asunto utilizando el formato de «Cartas al Director».