En la edición de mayo-junio de 2022 García-Maset et al.1 publicaron el excelente documento de información y consenso para la detección y manejo de la enfermedad renal crónica (ERC). En ese documento, elaborado en conjunto por 10 sociedades científicas, se realizó una actualización sobre la detección, factores de riesgo, cribado y definición de progresión de la ERC. Didácticamente, se clasificaron los factores de riesgo según sus fases como de «susceptibilidad, iniciadores, de progresión y de estadio final» (tabla 1 de García-Maset et al.)1. Sin embargo, el documento no hace referencia a la preeclampsia y a los trastornos hipertensivos del embarazo como un factor de riesgo de ERC a largo plazo.
La ERC afecta hasta al 6% de las mujeres en edad fértil en los países desarrollados y se estima que afecta al 3% de las mujeres embarazadas2. Este último porcentaje tiende a aumentar de manera significativa debido al retraso de la maternidad y al incremento constante de los casos de obesidad y diabetes, unos de los principales factores desencadenantes de esta enfermedad.
No está bien definida la prevalencia de ERC en mujeres que presentaron un episodio previo de preeclampsia. Los datos más recientes reportan que un 15-20% de dichas pacientes evolucionaron a ERC3, pero probablemente ese porcentaje sea impreciso y, en realidad, sea más elevado debido a la habitual falta de seguimiento de esas mujeres a medio y largo plazo. De hecho, la preeclampsia era considerada clásicamente como una enfermedad renal transitoria y reversible que se solucionaba de uno a 3 meses después del parto y, por ello, desafortunadamente, lo más habitual es que una vez restablecida la función renal pospuerperio ese grupo de pacientes no tenga un seguimiento por un nefrólogo. Sin embargo, hay evidencias de que la preeclampsia aumenta los riesgos de ERC G5D a largo plazo4,5. En un estudio publicado hace más de 10 años, que analizó el riesgo de desarrollar ERC G5D en 570.000 embarazadas de Noruega, ya se vio que la preeclampsia durante el primer embarazo se asoció con un riesgo relativo (RR) del 4,7 (IC 95%: 3,6-6,1) de desarrollar ERC G5D. Incluso este riesgo era acumulativo entre las mujeres que habían estado embarazadas 3 o más veces; la preeclampsia se asoció con un incremento de este RR de hasta 6,3 (IC 95%: 4,1-9,9)5. Asimismo, en un reciente metaanálisis centrado en la prevalencia de ERC G5D en mujeres con historia de preeclampsia, se ha visto que el riesgo de desarrollar ERC G5D es 6 veces mayor en las pacientes que presentaron algún episodio de preeclampsia6. Todos estos estudios remarcan la necesidad de un seguimiento renal (que incluya el filtrado glomerular calculado, la medición de albuminuria y la presión arterial) a las pacientes que presentaron preeclampsia.
Es bien conocido que el riñón desempeña un papel importante en el desarrollo de la preeclampsia, pudiendo ser causa y desencadenante de una disfunción placentaria, así como también puede ser un órgano diana y sufrir un insulto por la disfunción endotelial7. Además, ambas entidades comparten factores de riesgo como diabetes, la hipertensión arterial crónica, la obesidad y el síndrome metabólico. Es difícil saber cuál es el evento primario y si la preeclampsia es un factor de riesgo de susceptibilidad, incrementando la posibilidad de daño renal o un factor iniciador directo de daño renal, ya que la preeclampsia puede inducir lesión renal al suprimir la actividad de factores angiogénicos renoprotectores7. Desafortunadamente, es frecuente la falta de diagnóstico previo en mujeres con estadios iniciales de ERC; de hecho, un número elevado de embarazadas son diagnosticadas de ERC durante el período prenatal, pero ya presentaban algún grado de disfunción renal previa8. En países subdesarrollados no es infrecuente el diagnóstico de ERC avanzada durante el embarazo. Además, la creatinina sérica no está incluida en el perfil de pruebas prenatales rutinarias de bajo riesgo en España ni en Europa, aunque sea conocido que la ERC es un factor riesgo para desarrollar preeclampsia y otras complicaciones materno-fetales durante el embarazo, incluso en estadios iniciales de enfermedad renal9. No obstante, lo que ya es bien sabido es que la preeclampsia es un factor de riesgo de progresión que sin duda puede acelerar el deterioro de la función renal5,6,10 y, por tanto, creemos que debería constar en la tabla 61 del referido documento de consenso como un factor de riesgo de ERC.