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Vol. 29. Núm. 5.octubre 2009
ACTUALIZACIONES EN NEFROLOGÍA 2009
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Monitorización ambulatoria de la presión en la enfermedad renal crónica
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Manuel Gorostidi Péreza, G.. Fernández Fresnedob, J.M.. Galceránc, J.. Segurad
a Sección de Nefrología, Hospital San Agustín, Avilés, Asturias, España,
b Servicio de Nefrología, Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Santander, Santander, España,
c Servicio de Nefrología, Fundación Althaia, Manresa, Barcelona, España,
d Unidad de Hipertensión. Servicio de Nefrología, Hospital 12 de Octubre, Madrid, Madrid, España,
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Utilidad de las técnicas de medida de la presión arterial en la evaluación de las variables relacionadas
Indicaciones de monitorización ambulatoria de la presión arterial
Valores umbral de presión óptima y normal en la monitorización ambulatoria de la presión arterial
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El papel del riñón en la hipertensión arterial y la repercusión de ésta en el primero han sido ilustrados con el clásico «villano y víctima». La hipertensión arterial causa daño renal, las enfermedades renales cursan, en general, con cifras elevadas de presión arterial y el control de la hipertensión constituye la base de la prevención primaria y secundaria de la afectación renal. Todos estos conceptos se basan en la determinación clásica de la presión arterial en la consulta. Sin embargo, esta técnica está sujeta a errores de estimación, fundamentalmente de sobrestimación, de la presión arterial real. La monitorización ambulatoria de la presión arterial constituye en la actualidad un criterio de referencia en la valoración no invasiva de la presión arterial. Esta técnica evita la sobreestimación de la presión arterial derivada de la reacción de alerta en la consulta (bata blanca), ofrece la oportunidad de valorar promedios de muchas determinaciones que se correlacionan con el daño orgánico mejor que la toma casual y permite la evaluación cuantitativa y cualitativa de la presión arterial nocturna. En los últimos años se han publicado diversos estudios con datos específicos que establecen que la relación de la presión arterial ambulatoria del paciente renal con las complicaciones de la enfermedad es más estrecha que la derivada de la presión arterial determinada en la consulta.
Palabras clave:
Síndrome bata blanca
Palabras clave:
Presión arterial clínica
Palabras clave:
Enfermedad renal crónica
Palabras clave:
Monitorización ambulatoria
Palabras clave:
Hipertensión
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INTRODUCCIÓN

La relación entre la presión arterial (PA) y el pronóstico vital individual y colectivo es estrecha, debido a que la elevación de la PA desde niveles óptimos constituye la principal causa de muerte debida a la enfermedad cardiovascular. El impacto en  la salud pública de esta  relación se basa en  la elevada prevalencia de hipertensión arterial (HTA). En España, esta prevalencia en adultos se sitúa entre el 35 y el 40%, y se aproxima al 70% en mayores de 60 años1. En el caso concreto de la enfermedad renal crónica (ERC) las relaciones entre ésta y la HTA ofrecen múltiples vertientes: 1) es probable que la causa última de la HTA esencial radique en el riñón; 2) la HTA produce daño renal; 3) una de las principales manifestaciones de  la ERC es  la HTA, y 4) el control adecuado de la HTA constituye la base de la prevención primaria y secundaria de la ERC2. Los conocimientos sobre  todos estos hechos se basan mayoritariamente en  la determinación de la PA en la consulta o PA casual. Sin embargo,  esta  técnica  se  lleva  a  cabo,  en  general,  de  forma poco fiable y con escaso cumplimiento de las recomendaciones3. En los últimos años se ha llamado la atención acerca de que la medida de la PA sigue basándose, en la mayoría de  los casos, en una técnica decimonónica  sometida a numerosas imprecisiones4.

TÉCNICAS DE MEDIDA DE LA PRESIÓN ARTERIAL

La determinación de  la PA en  la práctica clínica diaria se realiza mediante tres técnicas indirectas no invasivas: 1) la toma en la consulta (PA clínica o casual); 2) la automedida domiciliaria de la PA (AMPA), y 3) la monitorización ambulatoria de la PA (MAPA). En la tabla 1 se expone una comparación de las ventajas e inconvenientes de estas tres técnicas5. La presente revisión se dedica a la MAPA.

MONITORIZACIÓN AMBULATORIA DE LA PRESIÓN ARTERIAL (MAPA)

El desarrollo de técnicas de medida de la PAambulatoria se basa en las limitaciones de la toma de la PA clínica. La imprecisión de la medida clásica de la PA tiene tres determinantes fundamentales: 1) la PApresenta una variabilidad marcada, de tal forma que la reproducibilidad de una determinación aislada es escasa; 2) existe una reacción de alerta ante  la exploración en ambiente sanitario, el denominado «efecto de bata blanca», que puede conllevar una sobreestimación de los niveles de PA, y 3) la técnica de medida de la PAmediante esfigmomanómetros clásicos está sometida a numerosas fuentes potenciales de error. La MAPA constituye en la actualidad la técnica de referencia de la evaluación no invasiva de la PA. Las indicaciones establecidas de la MAPA se exponen en la tabla 26, aunque la recomendación de un uso más amplio de la técnica es creciente4,7.  La  superioridad  de  la  PA ambulatoria  frente  a  la  PA clínica como factor predictivo de complicaciones cardiovasculares ha sido demostrada tanto en observaciones poblacionales como en estudios con pacientes hipertensos5,7,8. Los valores  umbral  de  normalidad  de  la  PA ambulatoria  en  los distintos periodos de la MAPA se exponen en la tabla 38.

DISPARIDAD ENTRE PRESIÓN ARTERIAL CLÍNICA Y AMBULATORIA

La diferencia entre la PA clínica y la PA constituye una de las variables ofrecidas por la MAPA de mayor trascendencia clínica y epidemiológica. Las diferencias de PA entre las cifras obtenidas en la consulta y las ambulatorias conllevan  la clasificación de  los pacientes en cuatro grupos, según la PA esté controlada o no con uno u otro sistema de medida. La HTA clínica aislada o falso mal control en  la consulta (bata blanca) es la entidad consistente en valores elevados de PA en  la consulta y normotensión ambulatoria. Su prevalencia, dependiendo de  la definición que  se utilice y la población que se evalúe, oscila entre el 15 y el 30%9. En pacientes hipertensos con enfermedad renal  incluidos  en  el  proyecto CARDIORISC  la  prevalencia  de este fenómeno (PA clínica ≥140/90 mmHg y PA ambulatoria diurna <135/85 mmHg) fue del 26,6%10. La concordancia entre la PA clínica y la PA ambulatoria en la valoración del control o falta de control de la HTA se observa en dos tercios de  los pacientes mientras que en uno de cada  tres casos la PA clínica ocasiona un error de estimación11. Este hecho puede  tener una  trascendencia epidemiológica muy significativa pues la estimación del grado de control de la HTA en  la población puede ser el doble cuando se evalúa mediante MAPA con respecto a  la estimación mediante la PA casual11.

La MAPA también puede descubrir un control aislado en la consulta o HTA enmascarada (PA clínica <140/90 mmHg y PA ambulatoria diurna ≥135/85 mmHg). La prevalencia de este  fenómeno varía notablemente dependiendo de  la situación que se evalúe. Cuando la evaluación se realiza desde  la  indicación clásica de  la MAPA (habitualmente descartar HTA o fenómeno de bata blanca), la mayoría de los pacientes presentan HTA clínica no controlada y la disparidad entre PA clínica y PA ambulatoria más prevalente corresponde a la HTA clínica aislada o «de bata blanca». Sin embargo, cuando la evaluación se lleva a cabo en una población con un alto grado de control de  la PA clínica,  la disparidad entre las cifras clínicas y las ambulatorias más frecuente es la HTA enmascarada. En la figura 1 se representan estos hallazgos en  los pacientes con HTA y enfermedad  renal del proyecto CARDIORISC  (izquierda) y en  una  muestra  de  los  pacientes  del African  American Study Kidney Disease (AASK)12, en los que se realizó una MAPA antes de la aleatorización. Como puede observarse, la disparidad en la clasificación de los pacientes según los niveles de PA clínica y PA ambulatoria varía entre las dos series con respecto a  las prevalencias de HTA clínica aislada y HTA enmascarada pero  los porcentajes globales de concordancia  (68,2%  en  CARDIORISC  y  69,6%  en  el AASK) o discordancia (31,8 y 30,4%, respectivamente) se mantienen.

En  los últimos años algunos análisis  indican que el pronóstico de los pacientes con HTA clínica aislada puede no ser  tan benigno como el comunicado previamente13,14. En pacientes con enfermedad renal no existen datos recientes basados en estudios prospectivos del pronóstico de los casos con HTA clínica aislada o fenómeno de «bata blanca». Sin embargo, Kramer et al.15 han publicado recientemente una evaluación  transversal de una muestra de 319 pacientes con diabetes tipo 2 en la que se observó que los sujetos con HTA de bata blanca (definida por PA clínica ≥140/90 mmHg y PA ambulatoria diurna <135/85 mmHg) presentaron una excreción urinaria de albúmina más elevada que  los pacientes normotensos y que  la prevalencia de microalbuminuria y macroalbuminuria fue superior en los primeros.

PRESIÓN ARTERIAL AMBULATORIA Y PRONÓSTICO EN LA ENFERMEDAD RENAL

Los estudios clásicos sobre la MAPA en la enfermedad renal  fueron básicos para  establecer  el  concepto de que  las formas de HTA secundaria suelen presentar una atenuación o una abolición del ritmo circadiano de la PA. Sin embargo, la elevada prevalencia de un patrón no dipper en  la HTA esencial16 hace que la tendencia actual en este campo sea la evaluación pronóstica más que la mera evaluación de posibilidades diagnósticas.

Se ha demostrado la superioridad de la PA ambulatoria sobre la PA clínica en cuanto a la valoración pronóstica en todo el continuum de la enfermedad renal.

En 2002 Lurbe et al.17 publicaron  los  resultados de una observación prospectiva de 75 adolescentes con diabetes tipo 1 inicialmente normotensos, tanto en consulta como en  la MAPA, y con una excreción urinaria de albúmina normal. Los pacientes que presentaron una elevación de la PA sistólica nocturna  con  la consiguiente  alteración del  ritmo circadiano  (ratio noche/día >0,9)  tuvieron un aumento del riesgo de desarrollar posteriormente microalbuminuria. Esta manifestación de daño renal inicial se observó en 10 de los 32 pacientes con alteración del ritmo circadiano en la fase de normoalbuminuria, pero sólo se desarrolló en 4 de los 43 con ritmo circadiano conservado. La PA clínica y  la PA ambulatoria diurna  fueron similares en  los casos que se mantuvieron con normoalbuminuria y en  los que desarrollaron microalbuminuria. Los autores concluyeron que el aumento de  la PA sistólica nocturna precedió al desarrollo de microalbuminuria y que los pacientes que conservaron un patrón circadiano normal y, por  lo  tanto, un mejor control de  la PA nocturna presentaron un  riesgo de microalbuminuria un 70%  inferior al correspondiente a  los que sufrieron deterioro del ritmo circadiano de la PA.

Davidson et al.18 realizaron un estudio prospectivo con 322 pacientes con función renal  inicialmente conservada (filtrado glomerular estimado mediante  la fórmula de Levey ≈ 78 ml/min/1,73 m2). Un 57,4% de  los sujetos presentó inicialmente un patrón no dipper, definido por un cociente noche/día de PA sistólica >0,90. En los pacientes con perfil dipper no se observó deterioro de  la  función  renal en los 3,2 años de seguimiento mientras que en  los casos no dipper hubo una disminución de la función renal estimada del 16%. La incidencia de un aumento >50% en la cifra de creatinina sérica se observó en dos casos dipper (1,5%) y en 32 no dipper (17,3%). El deterioro de  la función renal se relacionó con  la edad avanzada,  la presencia de diabetes, HTA o enfermedad cardiaca, con parámetros de mal control  metabólico  como  una  hemoglobina  glucosilada >6,1% o una hipertrigliceridemia ≥130 mg/dl y con un perfil no dipper de  la PA sistólica. La relación entre el deterioro de la función renal y el perfil circadiano alterado fue independiente del nivel medio de  la PA sistólica durante las 24 horas.

Agarwal y Andersen han publicado en dos artículos sendos análisis sobre el impacto de la PA ambulatoria en la evolución de la enfermedad renal y en la incidencia de enfermedad cardiovascular en una cohorte de 217 pacientes con enfermedad  renal  crónica19,20.  En  estos  pacientes  de  edad relativamente avanzada (media 67 años) y con un grado significativo de insuficiencia renal (creatinina media 2,0 mg/dl y filtrado glomerular estimado medio 44,8 ml/min/1,73 m2) la incidencia de enfermedad renal terminal y de episodios cardiovasculares en el seguimiento medio de 3,4 años dependió notablemente de la PA ambulatoria, tanto desde el punto de vista  cuantitativo  (PA sistólica media 24 h 130 mmHg  frente  a ≥130 mmHg)  como  cualitativo  (cociente noche/día de PA sistólica en el tercil inferior [<0,93] frente al tercil medio [0,93-0,99] o en el tercil superior [>0,99]). El mayor deterioro del perfil circadiano, el denominado patrón riser, otorgó un peor pronóstico. Estas observaciones  fueron  corroboradas  en una publicación  reciente de Astrup  et  al.21 acerca  del  impacto  del perfil  riser en  la mortalidad. En un seguimiento de más de 9 años de pacientes con diabetes  tipo 2,  la mortalidad en el subgrupo de casos riser (15%) fue del 88%, mientras que en el resto fue del 45%.

PREVALENCIA DE NO DIPPERS Y RISERS EN LA ENFERMEDAD RENAL

Los  datos  de  estudios  recientes  corroboran  el  conocimiento clásico de que el perfil circadiano de la PA empeora a medida que  la función renal disminuye. Puede establecerse un paralelismo entre este hecho y lo observado en  la muestra general del proyecto CARDIORISC en  la que se objetiva una relación directa entre el nivel de riesgo cardiovascular y la prevalencia de un ritmo circadiano alterado16,22. La mayor prevalencia de un patrón no dipper en los pacientes de mayor riesgo es debida fundamentalmente al aumento de prevalencia del patrón riser16. En la figura 2  se  representan  las prevalencias de  los distintos patrones circadianos en dos series de pacientes hipertensos con enfermedad renal. Como puede observarse, en  la serie correspondiente al AASK hay una desviación hacia una mayor prevalencia de patrones circadianos alterados con respecto a  la serie de CARDIORISC, probablemente esto está relacionado con un grado más avanzado de enfermedad renal10,12.

ÁREAS DE INCERTIDUMBRE

Las principales áreas de incertidumbre en la relación de la PA ambulatoria y la enfermedad renal crónica son dos. Por un lado, igual que ocurre con otras situaciones de riesgo elevado como la diabetes o la enfermedad cardiovascular establecida, se desconocen los valores umbral de PA ambulatoria correspondientes al objetivo de PAclínica <130/80 mmHg. Los valores operativos de PA ambulatoria de 24 horas <130/80 mmHg, PA ambulatoria diurna <135/85 mmHg y PA nocturna <120/70 mmHg son válidos para el paciente hipertenso no complicado en el que el objetivo de PA clínica es <140/90 mmHg pero no  se dispone de valores  similares para  los  pacientes  en  los  que  se  busca  una  PA clínica <130/80 mmHg. Un documento reciente de  la American Society of Hypertension23 aboga por unos objetivos de PA en automedida domiciliaria de la PA entre 125/75 y 130/80 mmHg  para  estos  subgrupos  de  pacientes  de alto riesgo pero no establece objetivos paralelos para la MAPA. Agarwal ha propuesto niveles de PA ambulatoria de 24 horas <125/75 mmHg, PA ambulatoria diurna <130/85 mmHg y PA nocturna <110/70 mmHg  para  pacientes  con ERC  en grados anteriores a la necesidad de diálisis24. Otra posibilidad consistiría en utilizar los valores considerados óptimos en el documento de la American Heart Association8 de PA ambulatoria de 24 horas <125/75 mmHg, PA ambulatoria diurna <130/80 mmHg y PA nocturna <115/65 mmHg (tabla 3).

Otra área de  incertidumbre básica  la constituye el hecho de que  se conoce  la asociación epidemiológica entre  la PA ambulatoria  y  las  complicaciones  de  la enfermedad renal crónica, pero no existen datos sobre si el manejo de los pacientes mediante MAPA conlleva una mejora de su pronóstico cardiorrenal. Sería lógico que una  intervención meramente cuantitativa sobre los niveles de PA ambulatoria  beneficiase  a  los  pacientes. La  incertidumbre añadida procede de  la posibilidad de que una  intervención  también cualitativa, no sólo sobre niveles absolutos de PA sino  también sobre el perfil circadiano, ocasione un beneficio mayor. En este sentido, existen  indicios de que intervenciones dirigidas a corregir alteraciones en el ritmo circadiano conlleven un beneficio añadido en variables básicas  del  pronóstico  renal  y  cardiovascular, como  la  albuminuria  y  la  proteinuria25,26. En  todo  caso, desde el punto de vista de  la práctica diaria es muy difícil separar el beneficio obtenido con cada  intervención, ya que ambas pasan necesariamente por una disminución de los niveles de PA nocturna.

CONCLUSIÓN

La MAPA permite una aproximación a la PA real y a los riesgos relacionados con ésta más exacta que la derivada de la PAen la consulta. La prevalencia de alteraciones en la MAPA en los pacientes con enfermedad renal crónica es muy elevada. Las anomalías en  la PA ambulatoria, especialmente  las observadas en la PA sistólica y en la PA nocturna, pueden estar estrechamente relacionadas con el riesgo cardiorrenal del paciente con enfermedad renal crónica. Todas estas situaciones justifican un uso más amplio de la MAPA en pacientes con enfermedad renal crónica.

Tabla 1. Utilidad de las técnicas de medida de la presión arterial en la evaluación de las variables relacionadas

Tabla 2. Indicaciones de monitorización ambulatoria de la presión arterial

Tabla 3. Valores umbral de presión óptima y normal en la monitorización ambulatoria de la presión arterial

Figura 1.

Figura 2.

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