Durante décadas, la nefrectomía radical (NR) ha sido considerada el «gold standard» del tratamiento para el carcinoma de células renales localizado. Sin embargo, se ha hecho evidente que un número significativo de pacientes monorrenos tras la NR presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica (ERC)1,2. Por todo ello, los métodos de ablación in situ se han desarrollado considerablemente siendo el más utilizado la ablación por radiofrecuencia (ARF). En los pacientes trasplantados, los tumores renales representan el 3% de todas las neoplasias3.
Nosotros presentamos nuestra experiencia preliminar del tratamiento con ARF de tumores renales pequeños (PMR) en pacientes trasplantados, ya que permite un excelente control tumoral, sin producir deterioro de la función renal.
De los 315 pacientes trasplantados que se siguen en nuestro centro, con una mediana de 16,35 años, 5 han presentado tumores renales, 4 en riñones nativos y uno en riñón trasplantado. Solo a uno, se le practicó nefrectomía radical de riñón nativo. El resto han sido tratados mediante ARF entre septiembre de 2013 y diciembre de 2014. Se detectaron todas las lesiones por ecografía, así como por estudios con contraste ultrasonográfico para su confirmación, y tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM) para estudio de extensión. Las características demográficas de los pacientes y las lesiones se muestran en la tabla 1, y la comorbilidad de los 4 pacientes monorrenos y con ERC fue: 3 dislipemia, 2 hipertensión arterial no controlada y uno enfermedad cardiovascular severa.
La ARF percutánea se realiza en quirófano bajo anestesia general con control ecográfico, previa punción-aspiración con aguja fina con control ecográfico del tumor. Se planifica el tratamiento para conseguir un margen de ablación de tejido sano de 0,5-1cm de grosor alrededor del tumor, para evitar las recurrencias y se realiza estudio con contraste ultrasonográfico tras finalizar el tratamiento para valorar la respuesta y si no existe destrucción completa realizar nueva ablación4.
Los pacientes permanecen ingresados 24h, realizándoles una ecografía abdominal de control antes del alta, para comprobar la ausencia de complicaciones. El seguimiento se realiza al mes y a los 3 meses durante el primer año, y cada 6 meses en los 2 años siguientes, que es cuando aparecen más frecuentemente las recidivas locales (fig. 1). Lo practicamos con ecografía con contraste ultrasonográfico y si fuera preciso con TC o RM. El éxito se define por la ausencia de contraste en fase arterial indicando la destrucción completa del tumor.
El tiempo medio de procedimiento fue de 60min (rango: 45-70). El éxito fue del 100%. La mediana de seguimiento fue de 4,75 meses. No hubo complicaciones ni ablaciones incompletas. En lo referente a la anatomía patológica, el paciente con tumor en el riñón trasplantado fue un carcinoma papilar tipo I. Los otros pacientes con tumor en riñones nativos se trataron de carcinomas de células renales. Únicamente a un paciente no se le practicó punción porque radiológicamente se comportaba como un tumor renal, y el paciente decidió que se le tratara percutáneamente. Hasta el momento, en los controles practicados, ninguno de los pacientes ha mostrado recidiva local ni metástasis a distancia. La función renal pre y postARF no presentó cambios valorables en ninguno de los pacientes. En nuestra serie, los niveles de creatinina media de 4 pacientes antes y 3,2 meses de media, después de la ARF, fue de 1,51 y 1,57mg/dl, respectivamente.
Cada vez se diagnostican más tumores en pacientes añosos, comórbidos y con insuficiencia renal, que precisan técnicas que preserven el máximo de parénquima. Varios autores han comunicado experiencias favorables de la ARF en PMR, en términos de control local del tumor, además de preservar la función renal5–9.
Tres de nuestros tumores fueron menos de 3cm de tamaño y un tumor fue de 3,1cm, realizándose en este último 2 sesiones de ARF, en el mismo acto quirúrgico, con superposición de técnicas para la ablación completa del tumor.
Los tumores adyacentes a grandes vasos sufrirán un efecto «disipador de calor», por el contrario, el efecto ablativo de tumores exofíticos es más alto, debido a la acción aislante de la grasa perirrenal circundante que permite temperaturas más altas5. En nuestra serie, se localizaron 2 en polo superior y 2 en el medio.
La tasa de éxito de la ARF es el 90 al 100%10, y en nuestros pacientes se logró éxito en todos los tumores tratados sin recurrencia local5,8.
ConclusionesLa ARF aporta la ventaja de poder mantener al paciente con reserva renal suficiente para evitar su entrada, en programa de diálisis, eludiendo la trasplantectomía. En los trasplantados con tumores en los riñones nativos no tienen que ser sometidos a controles radiológicos periódicos para valorar el crecimiento tumoral, pudiendo continuar con el tratamiento inmunosupresor que tenían previamente instaurado.