Las infecciones peritoneales son relativamente frecuentes entre los pacientes en programa de diálisis peritoneal. La mayoría de las peritonitis evolucionan bien con tratamiento ambulatorio, aunque pueden ser graves, conllevando mayor morbimortalidad. Los microorganismos más implicados son los gérmenes grampositivos, aunque recientemente han ido aumentando proporcionalmente las peritonitis causadas por gérmenes gramnegativos. Las infecciones por grampositivos suelen relacionarse con la manipulación del catéter, de las vías y del orificio de salida, mientras que los gramnegativos pueden relacionarse con alteraciones intestinales y pasar al peritoneo por vía transmural. Las peritonitis fúngicas y por gérmenes anaerobios son menos frecuentes, pero de mayor gravedad1.
Presentamos el caso de un paciente en diálisis peritoneal que presenta una infección peritoneal por Delftia lacustris. Es el primer caso en la literatura de una peritonitis en el contexto de un paciente a tratamiento con diálisis peritoneal por este patógeno.
Se trata de un hombre de 79 años con antecedente de enfermedad renal crónica por glomeruloesclerosis focal y segmentaria diagnosticada mediante biopsia renal en 2017 que comienza diálisis peritoneal en febrero de 2022. Como otros antecedentes presenta hipertensión arterial, dislipemia y diabetes mellitus tipo2.
El paciente acude a la consulta de diálisis peritoneal por dolor abdominal y vómitos, además de líquido peritoneal turbio. En análisis del líquido presentaba 4.680 leucocitos con 80% de polimorfonucleares. Presentaba signos de irritación peritoneal a la palpación. Se diagnostica por tanto de infección peritoneal2. En este momento se toman cultivos y se inicia antibioterapia empírica con vancomicina 2g y gentamicina 80mg intraperitoneales, continuando con 40mg de gentamicina diarios además de fluconazol oral de profilaxis2. En el cultivo crece D.lacustris. Tras los resultados del primer cultivo se modifica la antibioterapia a vancomicina y se administra una dosis de ceftazidima de 1g, a la cual es sensible dosis-dependiente. Posteriormente se modifica a meropenem 1g/día intraperitoneal, el único antibiótico con sensibilidad a dosis habitual. Se mantiene este tratamiento tres semanas, con buena evolución, pero tras una semana de completar el tratamiento antibiótico el paciente comienza de nuevo con dolor abdominal y fiebre; en una nueva muestra presenta 8.113 leucocitos con 81% de polimorfonucleares, por lo que se reinicia antibioterapia con meropenem, vancomicina y fluconazol a las mismas dosis y se toma nuevo cultivo, donde crece nuevamente D.lacustris. Se mantiene el tratamiento con meropenem intraperitoneal tres semanas, con buena evolución clínica. A pesar de esto, tres semanas después comienza de nuevo con fiebre y dolor abdominal; en el líquido peritoneal se identifican 4.625 leucocitos con 90% de polimorfonucleares, y se toman nuevos cultivos; en este momento el paciente se encuentra en otro hospital y el laboratorio identifica el patógeno como Delftia acidovorans, que presenta las mismas sensibilidades que D.lacustris previamente, por lo que muy probablemente se trate del mismo patógeno. Se decide tratamiento con meropenem 1g al día intravenoso y retirada finalmente del catéter de diálisis peritoneal. Una vez quitado el catéter la evolución del paciente fue satisfactoria, no volviendo a tener más clínica infecciosa de origen abdominal.
D.lacustris es una bacteria gramnegativa con un flagelo móvil, aislada por primera vez en agua de un lago en Dinamarca y luego reconocida como parte del género Delftia3. Es un patógeno reconocido en infecciones humanas, aunque poco habitual; se ha relacionado con bacteriemias por catéter vascular y con infecciones oculares4,5. Se han aislado otras especies de Delftia, como D.acidovorans, en el catéter abdominal de diálisis peritoneal6 y en el catéter venoso de hemodiálisis7, pero no hemos encontrado descrito ningún caso por D.lacustris. Recientemente se ha descrito D.lacustris como germen oportunista en exudado vaginal en relación con el cáncer de cérvix8. Se piensa que las infecciones por D.lacustris pueden ser más comunes de lo que parece, ya que los laboratorios las pueden identificar como D.acidovorans9.
Ya que no tenemos constancia de ningún viaje, y tampoco ha pasado por ningún lago o similar, y sabiendo que el germen se ha detectado como colonizador en la vagina, probablemente esté más extendido de lo que pensamos, y es posible que sea colonizador de mucosas humanas. Esta vía podría explicar la contaminación de nuestro paciente.
Delftia spp. generalmente se considera resistente a los aminoglucósidos, pero suele ser sensible a cefalosporinas de amplio espectro, piperacilina y aztreonam5,7. En nuestro caso se trató con meropenem, pero recidivó tras la suspensión del antibiótico, por lo que fue necesario retirar el catéter.
En conclusión, las infecciones por bacterias del género Delftia pueden ser más comunes de lo que parece, ya que generalmente son cepas resistentes a aminoglucósidos pero sensibles a meropenem y fluoroquinolonas. Bacterias como D.lacustris y otras subespecies de Delftia son muchas veces mal clasificadas como D.acidovorans por los laboratorios, por lo que se deben optimizar las técnicas de diagnóstico para catalogar correctamente el germen causal.