Hasta hace unos meses los pacientes sometidos a trasplante renal recogían su tratamiento inmunosupresor en farmacia comunitaria, previa validación de la receta por parte del farmacéutico responsable de homologación sanitaria, por ser éstos medicamentos de diagnóstico hospitalario. La mayoría de los pacientes recibían tratamiento con asociaciones de inmunosupresores que, si bien no estaban recogidas en ficha técnica, sí estaban recomendadas en las guías de práctica clínica. En junio de 2009, el Servizo Galego de Saúde (SERGAS) envió una nota informativa a los farmacéuticos responsables de homologación, recordando que los tratamientos con los principios activos sirolimus, micofenolato de mofetilo y micofenolato sódico en asociación a fármacos diferentes a ciclosporina no debían ser validados. Esta medida supuso la tramitación como uso compasivo (UC) de estas combinaciones de fármacos y su dispensación en servicios de farmacia hospitalaria. Esta normativa se mantuvo vigente hasta septiembre del mismo año (Instrucción 8/09 de la Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia), momento a partir del cual se volvería a la situación anterior previa elaboración de un nuevo informe de homologación específico para estas asociaciones.
Este estudio tiene como objetivo analizar la repercusión que tuvo esta medida sobre la calidad de vida de los pacientes, conocer sus implicaciones económicas y estimar la sobrecarga a nivel asistencial sobre servicios de farmacia y nefrología. Tomamos como ejemplo la experiencia en nuestro hospital, un complejo hospitalario de segundo nivel con un área de influencia de 223.000 habitantes, de los cuales más de un 50% viven en un ámbito rural y cerca de un 30 % supera los 64 años de edad.
Método.
La influencia sobre la calidad de vida de los pacientes se cuantificó como trastorno causado por el desplazamiento al hospital y se expresó como distancia en kilómetros (km). Se consideró dificultad seria de adquisición de dichos medicamentos un recorrido superior a 5 km.
Las implicaciones económicas se analizaron desde dos puntos de vista. El primero de ellos fue estudiar la posibilidad o no de estar ante una medida de racionalización del gasto farmacéutico; para ello se calculó la diferencia de coste para el SERGAS entre la adquisición de los medicamentos vía hospital o mediante reembolso a farmacia comunitaria. El segundo de ellos fue evaluar la magnitud de reajuste presupuestario del área de dispensación a pacientes externos del servicio de farmacia como incremento porcentual en el gasto.
Se analizó el incremento (neto o porcentual) en el volumen de trabajo en el hospital a tres niveles: consulta de nefrología, dirección médica y área de dispensación a pacientes externos del servicio de farmacia.
Los datos de pacientes se obtuvieron a partir del aplicativo informático de historia clínica del SERGAS y del software SILICON® de Farmacia. Se elaboró una hoja de recogida de datos en el programa EXCEL® para Windows y el análisis estadístico se llevó a cabo con SPSS® 15.0. En el análisis de resultados utilizamos medidas de tendencia central (media) y de dispersión (desviación estándar), estimación de medias y proporciones con sus intervalos de confianza del 95% (IC 95%).
Resultados.
Durante el período junio – octubre de 2009 se tramitaron 72 medicamentos de uso compasivo o fuera de ficha técnica, correspondientes a 63 pacientes (68 % varones; edad media: 51,84 años, IC95%; 48,94 – 54,64). El fármaco más prescrito fue micofenolato de mofetilo (74,6%). El incremento asistencial en el área de pacientes externos fue de 3,15 pacientes / día. El ahorro en costes directos de adquisición de medicamentos para el SERGAS fue de 16.296 €. El incremento de gasto para el servicio de farmacia fue de 7.344 € / mes. La distancia media recorrida por los pacientes para adquirir su tratamiento fue de 32,27 km (rango: 0 - 85). Un 68,2 % de los pacientes tuvieron dificultades serias en la adquisición de su tratamiento.
Discusión.
El trasplantado es un paciente que con toda seguridad ha visto comprometido su estado de salud a lo largo de su vida, por lo que es deber del sistema sanitario, de igual forma que con la población general pero si cabe con más énfasis, facilitarle la mayor calidad de vida posible. Desplazarse incluso 85 km para recoger parte de su tratamiento y en horario de mañana de lunes a viernes supone una gran penalización en la calidad de vida, sobre todo si se compara con la recogida de los medicamentos en una oficina de farmacia, que con alta probabilidad se encontrará a metros del hogar.
Desde el punto de vista ético, la medida se convierte en un problema para el especialista en nefrología. El médico, como responsable prescriptor del medicamento, ha tenido que pedir un consentimiento informado al paciente comunicándole los riesgos potenciales para su estado de salud que supone el ser tratado con un fármaco no reconocido legalmente en España con esa indicación, con la salvedad de que el paciente ha estado tomado dicho medicamento incluso durante varios años.
En el plano económico estamos ante una medida eficaz de contención de gasto. Este tipo de medidas son fundamentales para la sostenibilidad del sistema sanitario, sin embargo deben ir acompañadas de un incremento del presupuesto para gasto farmacéutico de los hospitales.
No debemos olvidar la sobrecarga asistencial que tiene su principal inconveniente en la reducción del tiempo medio de atención al paciente, dado que la medida no fue acompañada de un incremento del personal.
En estos últimos tiempos, en los que la sostenibilidad del sistema sanitario se somete continuamente a debate, debemos concienciarnos que las medidas económicas son necesarias e imprescindibles para el estado del bienestar, pero sólo si no van acompañadas de una disminución de la calidad de vida del paciente.