Sr. Director:
Hemos leído con interés el artículo de M. Heras et al., publicado recientemente en su revista1. Los autores concluyen que, en ancianos, la disminución del filtrado glomerular (FG) mantenida en el tiempo sin objetivar proteinuria nos permite dar un mensaje tranquilizador a la hora de enfrentarnos a la epidemia de enfermedad renal crónica (ERC) en esta población. En este sentido, estamos de acuerdo con la conclusión de los autores, pero nos gustaría señalar unas consideraciones al respecto:
a) En la serie estudiada, los pacientes ancianos con mayor mortalidad a 24 meses presentaron una mayor frecuencia de episodios de insuficiencia cardiaca (IC) con respecto a los que sobrevivieron durante el seguimiento (37,5 frente a 15%; p = 0,045, respectivamente). De este subgrupo de pacientes con IC, desconocemos a través de los resultados del trabajo cuál era su tasa de FG (TFG) y su grado de proteinuria. Así, recientes estudios, como el ensayo CHARM, demuestran que más del 50% de los pacientes con IC presentan macroalbuminuria, con una TFG >60 ml/min por 1,73 m2. Es más, la aparición de albuminuria en estos sujetos fue un predictor de mortalidad independiente en este grupo de pacientes de forma independiente a la TFG y las cifras de creatinina2.
b) En cuanto a los factores pronósticos asociados con mayor mortalidad, la cardiopatía isquémica fue el principal factor determinante en el análisis de regresión logística. A este respecto, es de destacar que en la población descrita por Heras et al. los pacientes que se encontraban en el grupo 2 (con niveles de creatinina >1,1 mg/dl) presentaban antecedentes previos de cardiopatía isquémica casi en una proporción tres veces mayor al grupo 1 (Cr <1,1) (21,4 frente a 7,9%). Asimismo, la proporción de fallecidos en el grupo 2 es el doble de la correspondiente al grupo 1 (12 frente a 6). Aunque estas diferencias no fueron estadísticamente significativas, sugieren una tendencia que tal vez pueda analizarse de una forma más fiable con mayor tamaño muestral.
c) De la muestra de pacientes incluida en el estudio, un 77% de ellos eran hipertensos y prácticamente un tercio diabéticos. Más de un 20% de la muestra habían presentado algún evento cardiovascular previo y, por tanto, si fueran estratificados según las Guías de Hipertensión Arterial de la Sociedad Europea de Cardiología (2007), serían considerados de alto riesgo vascular, independientemente de su TFG o la presencia de albuminuria3. Por tanto, aunque estos pacientes preserven su función renal, su tasa de mortalidad sigue siendo muy elevada; de hecho, en este grupo es del 22% a los dos años.
d) Por último, queremos señalar que, aunque la conclusión de los autores de no derivar pacientes ancianos con disminución del FG mantenida en el tiempo no acompañada de proteinuria ni anemia, puede ser acertada desde el punto de vista nefrológico, probablemente es necesario realizar un adecuado control de los factores de riesgo vascular en esta población, ya que su mortalidad global es muy elevada.