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Vol. 22. Núm. 6.diciembre 2002
Páginas 0-589
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Hipertensión maligna: ¿otra expresión poco adecuada?
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NEFROLOGÍA. Vol. XXII. Número 6. 2002 Hipertensión maligna: ¿otra expresión poco adecuada? F. Rivera Sección de Nefrología. Hospital Alarcos. Ciudad Real. Sr. Director: En una carta al Director recientemente publicada en Nefrología, el Dr. Macía comenta que es conveniente cambiar ciertas expresiones en enfermedades renales 1. En su opinión, que comparto, la palabra «terminal» aplicada a la insuficiencia renal tiene un significado erróneo, ocasiona problemas de interpretación y genera alarma innecesaria, especialmente cuando los pacientes, familiares y otros especialistas tienen acceso a esta información. En esta línea quiero añadir un comentario respecto a la expresión «maligna» aplicada a ciertas formas de hipertensión arterial. Es bien conocido que la hipertensión maligna se caracteriza por cifras de presión arterial muy elevadas (generalmente diastólicas superiores a 120 mmHg), insuficiencia renal, proteinuria, complicaciones vasculares y retinopatía con hemorragias, exudados y papiledema bilateral. La hipertensión acelerada es similar pero sin edema de papila 2. Aunque existe cierta controversia, la mayoría de los autores aceptan que ambas formas (acelerada y maligna) tienen características clínicas, índices de supervivencia y tratamientos similares 3. Muy posiblemente son la misma enfermedad, en estadios diferentes, siendo la forma maligna la variante más agresiva y evolucionada, pero con las mismas causas y mecanismos fisiopatológicos. Con estos datos creo que es conveniente utilizar en castellano el término hipertensión acelerada para ambas situaciones, especificando el grado de retinopatía y omitir el calificativo maligna, derivado de la terminología anglosajona «malignant hypertension». Por otro lado, no existe la contrapartida de hipertensión benigna, ya que este término se ha eliminado de las clasificaciones de hipertensión, dado que no es tan benigna puesto que ocasiona complicaciones cardiovasculares graves. Entre los facultativos que atendemos pacientes hipertensos el diagnóstico de hipertensión maligna no origina confusión. A pesar de haber publicado hace años una serie de casos con esta denominación 4, creo que actualmente transmite a los pacientes y familiares un concepto erróneo. El Diccionario de la Lengua 5 define el término «maligno» como: «Iesión o enfermedad que evoluciona de modo desfavorable, y especialmente de los tumores cancerosos», que también coincide con el Diccionario de María Moliner 6 donde indica que «se aplica a las enfermedades peligrosas o graves, específicamente a los tumores cancerosos». En más de una ocasión hemos comprobado cómo este diagnóstico indicado en el juicio clínico de los informes médicos ha originado alarma en pacientes y familiares y hemos tenido que explicar que no se trata de ningún proceso canceroso y que las complicaciones han disminuido con el tratamiento antihipertensivo. Incluso en algunos informes hemos leído «Hipertensión arterial maligna. Insuficiencia renal terminal», situaciones graves pero que no están adecuadamente descritas con los términos empleados, como acertadamente comenta el Dr. Macía en la publicación anteriormente citada 1. En conclusión, creo que se debe utilizar el término hipertensión acelerada en los casos de hipertensión con retinopatía exudativa, indicando si es de grado III o IV, y omitir el término maligna, para evitar preocupaciones innecesarias y dar a las palabras el contenido más adecuado. BIBLIOGRAFÍA 1. Macía M: Insuficiencia renal crónica terminal: una expresión «poco adecuada». Nefrología XXII: 296-297, 2002. 2. Kaplan NM, Rose BD: Hypertensive emergencies. Malignant hypertension and hypertensive encephalopathy. En: Rose BD (eds.). UpToDate 10.2, UpToDate, Wellesley, MA, 2002. 3. Ahmed ME, Walker JM, Beevers DG, Beevers M: Lack of difference between malignant and accelerated hypertension. Br Med J 292: 235-237, 1986. 4. Rivera F, Samper P, Daniel A, González C, Giménez E, Olivares J: Hipertensión maligna. Estudio de 86 casos. Nefrología VI: 69-80, 1986. 5. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. 22a edición. Editorial Espasa Calpe, SA. Madrid, 2001. 6. Moliner M: Diccionario de uso del español. Editorial Gredos, SA. Segunda edición. Madrid, 1998. Correspondencia: Dr. Francisco Rivera Servicio de Nefrología. Hospital Alarcos Avda. Pío XII, s/n 13002 Ciudad Real E-mail: francisco.rivera@wanadoo.es 589
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