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Diálisis peritoneal tras pérdida del injerto renal: en contra de mantener la inmunosupresión
Peritoneal dialysis after renal graft loss: against maintenance of immunosuppression
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J. Pérez Contreras
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Es bien sabido que la existencia de función renal residual (FRR) en diálisis peritoneal (DP) se relaciona, entre otros, con mejores resultados en nutrición, morbilidad cardiovascular y supervivencia de técnica y paciente. Parece lógico pensar que este hecho, evidente en la población que inicia tratamiento sustitutivo, debería también producirse en enfermos dializados en los que la FRR dependa de un trasplante, lo que podría justificar el mantenimiento del tratamiento inmunosupresor (TIS). No obstante, en el momento actual no hay trabajos que hayan demostrado una correlación entre FRR del injerto y supervivencia en diálisis. Al mismo tiempo, el mantenimiento del TIS para intentar conservar el filtrado glomerular conllevaría unos riesgos (morbilidad cardiovascular, infecciones, etc.) que podrían contrarrestar el teórico efecto beneficioso sobre la FRR o incluso empeorar el pronóstico. A día de hoy, la literatura dedicada a analizar esta controversia es escasa y se basa, en la mayoría de casos, en series cortas y retrospectivas con resultados contrapuestos, por lo que la decisión sobre qué hacer y cómo con el TIS del paciente con disfunción crónica de trasplante renal que llega a diálisis debe basarse en opiniones. Ante esta situación, y dados los importantes efectos negativos que el TIS tiene a nivel cardiovascular e infeccioso, principales causas de morbi-mortalidad del enfermo urémico, nos mostramos partidarios de suspender su administración al iniciar DP hasta disponer de futuros estudios al respecto.
It is well known that the existence of residual renal function (RRF) in peritoneal dialysis (PD) is related, amongst others, to improved results in nutrition, cardiovascular morbidity, and technique and patient survival. It appears natural to think that this fact, obvious in the population who starts replacement therapy, should also occur in dialysis patients in whom RRF depends on a transplant, which could justify maintenance of immunosuppressive treatment (IST). However, there are currently no studies showing a correlation between RRF of the graft and survival on dialysis. At the same time, IST maintenance in an attempt to preserve glomerular filtration rate would involve risks (cardiovascular morbidity, infections, etc.) that could counteract the theoretical beneficial effect on RRF or even worsen prognosis. The available literature analyzing this controversy is scarce and is mostly based on small and retrospective series providing conflicting results. The decision about what to do with IST and how to do it in patients with chronic kidney transplant dysfunction arriving to dialysis should be based on opinions. When faced with this situation, and because of the significant negative effects of IST at cardiovascular and infectious level, the main causes of morbidity and mortality in uremic patients, we advocate discontinuation of IST when PD is started until future studies on the subject are available.
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