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Mortalidad cardiovascular en trasplante renal
Cardiovascular mortality in kidney transplatation
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J. M. Díaz Gómez
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cardiovascular en trasplante renal podemos dividirlas en varios aspectos. En cuanto a la evaluación cardiovascular antes del trasplante destaca que los pacientes que tuvieron un evento cardiovascular antes del trasplante tienen más riesgo de morbi-mortalidad cardiovascular post-trasplante, que el ecocardiograma puede predecir mejor la supervivencia del paciente trasplantado renal que la coronariografía y que el resultado de la coronariografía no es pronóstica en los paciente diabéticos. Por otro lado, muchos de los estudios publicados se han centrado en estudiar la obesidad como factor de riesgo cardiovascular. Aunque hay algún resultado contradictorio, parece que la obesidad influye negativamente en la supervivencia del injerto y del paciente, sobre todo en las situaciones más extremas. También se han publicado varios estudios que destacan la gran prevalencia de prediabetes y de diabetes en el primer año de trasplante, con la consecuente necesidad de realizar test de sobrecarga oral de glucosa a los pacientes no diabéticos. En cuanto a los marcadores intermedios de lesión de órgano diana, recalcar la importancia progresiva de la medición del grosor íntima-media carotídeo y de las calcificaciones coronarias en el seguimiento de los pacientes trasplantados renales con alto riesgo cardiovascular. Las novedades más relevantes en el área de intervenciones terapéuticas son las derivadas del efecto de los diferentes inmunosupresores sobre los factores de riesgo cardiovascular y el efecto de los hipolipemiantes (estatinas, ezetimibe, aceite de pescado) en la evolución del injerto renal y del paciente trasplantado renal.
The most relevant novelties in the area of cardiovascular disease in kidney transplant can be divided into various aspects. The most noteworthy findings with regard to pretransplant cardiovascular evaluation were that patients who had a cardiovascular event before transplant are at greater risk of cardiovascular morbidity and mortality posttransplant, the echocardiogram can predict kidney transplant patient survival better than coronary angiography, and the result of coronary angiography is not prognostic in diabetic patients. On the other hand, many of the published studies focused on obesity as a cardiovascular risk factor. Although some results are contradictory, it seems that obesity adversely affects graft and patient survival, especially in more extreme situations. Various studies have also been published that stress the high prevalence of prediabetes and diabetes in first year after transplant, with the consequent need to perform the oral glucose tolerance test in nondiabetic patients. With regard to intermediate markers of target-organ damage, the progressive importance of measuring carotid intima-media thickness and coronary calcifications in the follow-up of kidney transplant patients with high cardiovascular risk should be stressed. The most relevant novelties in the area of therapeutic interventions are those related to the effect of different immunosuppressants on cardiovascular risk factors and the effect of hypolidemic agents (statins, ezetimibe, fish oil) on the course of the kidney graft and kidney transplant patient.