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Vol. 28. Issue. S3.June 2008
Pages 1-139
Vol. 28. Issue. S3.June 2008
Pages 1-139
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CARDIORENAL SYNDROME
SÍNDROME CARDIORRENAL
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J. Portolés Pérez, X. Cuevas Bou
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- Los nefrólogos debemos promover la detección de la ERC en pacientes cardiópatas. El estudio debe incluir la estimación del FG y la detección de microalbuminuria en una muestra de orina reciente mediante el índice albúmina/ creatinina. Todo paciente con ERC grado 4 o grado 3 con rápido deterioro del FG debe ser evaluado por nefrología. - Los pacientes con ERC presentan un riesgo elevado de complicaciones cardiovasculares (CV) y los pacientes cardiópatas tienen un mayor incidencia de ERC y la progresión es al mismo tiempo más rápida. (Fuerza de Recomendación B). La hipótesis fisiopatológica más probable es el daño endotelial. - Debe establecerse el perfil de riesgo CV en cada paciente y seguir un adecuado cumplimiento de los objetivos de control de factores de riesgo CV comunes: tabaco, obesidad, sedentarismo, HTA, dislipemia. Especial mención requiere el tratamiento precoz de la anemia y de la enfermedad mineral ósea, como factores de riesgo CV (Fuerza de Recomendación B). - El manejo de estos pacientes se fundamentará en la individualización del tratamiento, un seguimiento próximo y sistematizado, y la integración entre niveles asistenciales: Atención especializada (Nefrólogos-Cardiólogos) y Primaria. - El síndrome cardiorrenal (SCR) es la afectación simultánea de ambos órganos en que se potencian sus efectos deletéreos retroalimentándose, con progresión acelerada del daño renal y el miocárdico. Por su valor pronóstico el tratamiento de la IC predomina sobre el de la ERC. La mayoría de estudios sobre riesgo cardiovascular y sobre IC excluyen pacientes con ERC grado 4-5. Por ello no tenemos fuerza de evidencia suficiente y las recomendaciones se basan en la extrapolación de datos de estudios con FGR normal o grados más leves de ERC, y en el uso empírico de determinados tratamientos. - Los ARA 2 e IECAS son pieza clave del tratamiento de la IC con disfunción sistólica y diastólica; y han demostrado reducción de mortalidad en estudios en población general (Fuerza de Recomendación A). Además puede frenar la progresión de la ERC especialmente en diabéticos. El bloqueo dual del eje Renina-Angiotensina con el uso combinado de dosis menores de ambos fármacos presenta resultados prometedores en el control de la progresión de la ERC, pero no existen datos para recomendar su uso para el control de la IC en fases avanzadas de ERC (grados 4-5). (Fuerza de Recomendación C). - En estas fases de ERC solo los diuréticos de asa tienen suficiente potencia. Debe alcanzarse el umbral terapéutico. Las tiazidas a dosis bajas consiguen sinergia diurética. El uso de espironolactona y eplerenona ha demostrado beneficios en pacientes con IAM e IC con fracción de eyección < 40% sin ERC avanzada. Debe usarse siempre con estricto control de FG y K+. No se ha demostrado beneficio de la «dopamina a dosis diuréticas» (INCLUSO efecto perjudicial) ni de la infusión continua de Furosemida (Fuerza de Recomendación B). Se debería potenciar la utilización de Betabloqueantes en estos pacientes. - La Insuficiencia cardíaca refractaria al tratamiento en el seno de ERC Grado 3 podría ser subsidiaria de técnicas de ultrafiltración. La DP continua ambulatoria podría ser un tratamiento alternativo para mantener el equilibrio hemodinámico y al permitir al mismo tiempo prescribir tratamientos farmacológicos que sin diálisis no serian posibles e incluso podría mejorar la función miocárdica y renal (Fuerza de Recomendación C).
- Nephrologists should promote the detection of CKD in heart disease patients. The evaluation should include estimation of GFR and detection of microalbuminuria in a recently voided urine sample by the albumin:creatinine ratio. Any patient with stage 3 or 4 CKD and rapid deterioration of GFR should be evaluated by the nephrologist. - Patients with CKD have a high risk of cardiovascular (CV) complications and heart disease patients have a high incidence of CKD and progression is also more rapid (Strength of Recommendation B). The most likely pathophysiological hypothesis is endothelial damage. - The CV risk profile should be established in each patient followed by adequate compliance with control goals for common CV risk factors: smoking, obesity, sedentarism, hypertension, dyslipidemia. Early treatment of anemia and bone mineral disease as CV risk factors requires special mention (Strength of Recommendation B). - Management of these patients will be based on individualization of treatment, close systematic follow-up, and integration between care levels: Specialized care (nephrologists and cardiologists) and primary care. - The cardiorenal syndrome (CRS) is a condition in which both organs are simultaneously affected and their deleterious effects are reinforced in a feedback cycle, with accelerated progression of renal and myocardial damage. Because of its prognostic value, treatment of HF takes precedence over CKD. Most studies on cardiovascular risk and on HF exclude patients with stage 4-5 CKD. We thus do not have sufficient strong evidence and recommendations are based on the extrapolation of data from studies with normal GFR or milder grades of CKD, and on the empirical use of certain treatments. - ARBs and ACEIs are the mainstays of treatment of HF with systolic and diastolic dysfunction, and have been shown to reduce mortality in studies in the general population (Strength of Recommendation A). The may also slow progression of CKD, especially in diabetics. Dual renin-angiotensin blockade with the combined use of lower doses of both drugs has shown promising results for control of CKD progression, but there are no data to recommend its use for control of HF in advanced stages of CKD (stage 4-5) (Strength of Recommendation C). - In these stages of CKD, only loop diuretics have sufficient potency. The therapeutic dose range should be achieved. Lowdose thiazides achieve diuretic synergy. The use of spironolactone and eplerenone has shown benefits in patients with AMI and HF with an ejection fraction < 40% without advanced CKD. They should always be used with strict control of GFR and K+. No benefit has been shown for the use of «dopamine in diuretic doses» (may even be harmful) or continuous infusion of furosemide (Strength of Recommendation B). The use of beta-blockers should be increased in these patients. - Treatment-refractory heart failure in the context of stage 3 CKD could be amenable to ultrafiltration techniques. Continuous ambulatory PD could be an alternative treatment to maintain hemodynamic equilibrium while also allowing pharmacological treatments to be prescribed that would not be feasible without dialysis and could even improve myocardial and kidney function (Strength of Recommendation C).
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